Hice una breve visita a Honduras. Desde hacía meses estaba en contacto con un tocayo, para ver la posibilidad de ir a dar unas cuantas sesiones sobre el método del caso a matrimonios hondureños, que imparten unos cursos sobre educación de los hijos, y sobre amor matrimonial. Por diversas circunstancias, las fechas se fueron retrasando, hasta poder concretarse en este inicio de semana.
Llegué a Tegucigalpa el domingo a media tarde. El aeropuerto de la capital hondureña ha tenido muy mala fama como un aeropuerto muy dificultoso para aterrizar. Como quizá recordarás, hace algunos años un avión de Taca “siguió de largo” y se salió de la pista y del aeropuerto, falleciendo en el incidente unos pasajeros, y un taxista sobre quien cayó ese avión. Según me contaron, desde esa época, Taca no envía a Tegucigalpa aviones grandes, sólo pequeños y medianos. Así que el vuelo desde San Salvador (adonde había llegado desde Guatemala por avión también) fue en un ATR, un avioncito para unos 50 pasajeros, con turbohélice… aun así, el aterrizaje fue más “emocionante” que de costumbre, pues, como llegábamos desde el Sur, el avión tuvo que dar la vuelta para aterrizar desde el norte, en medio de un pequeño cerro, y construcciones. Los trámites migratorios hondureños siempre son también “emocionantes”; hasta le toman foto a los extranjeros…
La actividad que desarrollé el lunes por la mañana en el Hotel Intercontinental fue muy agradable. Llegó un grupo de unas 50 personas, y estudiamos un par de casos, y también les di una conferencia. Como sucede siempre con el método del caso, quien más aprende y mejora es el profesor –en este caso yo-. Los hondureños muy amables, de fácil trato y además con muchas inquietudes sobre el tema que desarrollé. Sobra decir que los organizadores se portaron de primera.
Con Javier mi tocayo, recorrí varios tramos de la ciudad. Tegucigalpa, para quien no la conoce está construida sobre una serie de cerros y barrancos, así que la orografía es muy divertida; la vialidad es lenta, porque muchas de sus calles son estrechas; en la parte más moderna, ya tienen algunos bulevares y pasos a desnivel.
Por la tarde del lunes salí en otro avioncito para San Pedro Sula. Resultó divertido que el avión tenía previsto salir a las 6:00 pm, pero salimos a las 5:30 pm…
San Pedro nos recibió con un clima benigno. Sólo llegaba la temperatura a 29 grados centígrados, con la humedad que siempre le caracteriza, lo que conlleva una sensación térmica mucho más elevada. Eso sí, los aires acondicionados están por todos lados. La ciudad es totalmente distinta a Tegucigalpa. San Pedro está en un valle, por lo que todo es lineal. Sólo en los alrededores hay unas “montañas” grandes, que llegan a la cota 200 (200 metros sobre el nivel medio del mar), donde “sí hace más fresquito”. Son muy trabajadores en San Pedro, echados para adelante. A la actividad asistieron pocos, pero la pasamos muy bien, y considero que aprendieron un poco.
En unos minutos mas salgo para el aeropuerto nuevamente. Después de una breve escala en el DF parto para Montevideo a dar unas cuantas sesiones al IEEM. Ya contaré algo de esas tierras.