Del post anterior sobre “Salir de la órbita del yo” he tenido varios comentarios, anécdotas y sugerencias. Comentaré algunos, y dejaré otros para más adelante, en un tercer post sobre el mismo tema.
La primera anécdota proviene de un chat que me la hizo una persona a quien tengo ya varios años de conocer y tratar; de alguna manera, lo que me ponía en el chat, refleja el sentir de muchos. Me decía: “Yo no sabría decir si soy egoísta, pero me gustaría pensar que no”. La frase venía acompañada de un emoticón que era una carita de “inocente sin egoísmos”. (El emoticón que puse al inicio es el que me adjuntaron en este chat).
En líneas generales pienso que deberíamos de decir que “todos” somos egoístas. Tenemos tendencia a buscar nuestro propio bien. Pero también hay personas que se esfuerzan por no serlo…
Pensando en estas cosas, me topé con una presentación que me caía como anillo al dedo. Como “mal” alumno, le tomé foto a un slide. (Tengo que reconocer que el profesor me había autorizado a hacerlo; e incluso retrocedió el slide para que pudiera tomarle foto… así que le agradezco al buen de Bernardo su autorización).
1. “Si sólo soy capaz de amar las cosas”… Entonces, “Amo la satisfacción propia que encuentro en ellas”.
2. “Si amo a los demás porque las considero beneficiosas para mía”… Entonces, “Amo el beneficio que busco, que no es amar, porque convierto al otro en medio, lo cosifico”.
3. “Si amo respondiendo a la dignidad y valor absoluto del otro”… Entonces “Me comprendo a mí mismo en función del otro, y me encuentro llamado a su servicio”.
Considero que estas tres frases nos pueden hacer reflexionar un buen rato. Me parece que las dos primeras reflejan un nivel fuerte de egoísmo. De manera especial, la segunda frase casi define al egoísta en su máximo sentido. La tercera frase, por su parte, describe a la persona generosa.
Muy probablemente encontramos en cada uno, “momentos o situaciones” en las que actuamos de una u otra manera. Como el egoísmo es un vicio, y la generosidad una virtud, la repetición de actos de generosidad nos vuelve generosos y los actos de egoísmo nos vuelve egoístas. El generoso siempre tendrá tendencia a ser egoísta, pero cada vez le resultará más difícil serlo o, planteándolo en positivo, cada vez le resultará más fácil ser generoso. De manera similar, al egoísta cada vez le resultará más fácil ser egoísta y más difícil ser generoso.
Y esta idea me facilita la entrada de la otra anécdota. Una señora joven, con quien también me une amistad y trabajo, me comentó lo siguiente, que transcribo casi literal. (Dicho sea de paso, se nota que es de Guatemala)…
“Cabal, hoy salí de mi zona de confort. Suelo dar ayuda material a los lugares de niños. Hoy nos invitaron con mis hijos (una hija adolescente y un hijo cercano a los 9 años) a ir a compartir a un orfanato en “tal lugar”. Pensé que no iba a aguantar ya que me da mucha tristeza ver a esos pobres niños sin familia.
“Pero ver a mi hija pintar, jugar y ayudar a niños. Y ver a mi hijo jugar fútbol y servirles comida… pues eso fue algo lindo que me removió. Una experiencia maravillosa. Tres horas súper especiales.
“Hay que hacerlo, no cabe duda. Súper enriquecedor. Y sabés ¿qué fue lo más lindo? Mi hija se ofreció a dar clases en las mañanas a dos niños; ayudarlos a mejorar en matemática.
“Y luego, mi hijo… jugó fútbol, que es su pasión. Y después, ya cansado, les sirvió pizza y pastel, y sentí con todos como amigos. Lindo. Lindo”.
Creo que la anécdota no necesita ningún añadido. Mil gracias a quien me dio permiso de publicarla por aquí.
La tercera recomendación vino de un buen amigo. Realmente no es amigo; es mucho más que eso. Es una persona a quien quiero y admiro como a un hermano mayor (que tengo tres hermanos mayores a quienes quiero y admiro – y a tres hermanas mayores a quienes también quiero y admiro mucho-). Pero con Mario nos unen, en nuestra historia personal, muchos grandes momentos en una época crucial de mi vida. Le debo mucho.
Pues Mario es un habitual lector de mis post, y siempre me comenta algo. En esta ocasión me dijo más o menos: “me gustó mucho. Pero, ¿y?”. A pesar de lo lacónico de la frase, entendí el mensaje. Le prometí que enmendaría la omisión. Y qué mejores consejos que los provenientes del Papa Francisco “para salir del egoísmo y del yo con yo por mí y para mí”. Transcribo algunas ideas que recientemente ha dicho el Santo Padre y que tienen que ver con lo que venimos comentando.
“¿A dónde llega quien inicia de sí mismo? Quien inicia de sí mismo, pues llega a sí mismo. Es incapaz de hacer camino, regresa siempre sobre sí mismo. Precisamente es esa actitud egoísta. Bromeando la gente dice: ¡Eh! Esa persona es un yo con yo, por mí y para mí. Sale de sí mismo y regresa a sí mismo. La vida cristiana es sobre todo la respuesta a agradecida a un Padre generoso. El fundamento es el amor a Dios Padre, que primero da y después ordena. Es dejarse amar.
“Para salir del egoísmo hay que ser agradecidos con Dios. Dios es un Padre amoroso con su pueblo. Cada uno responda en su corazón, ¿cuántas cosas bellas ha hecho Dios por mí? De nosotros puede salir un grito de auxilio. Un grito que pide ser salvados del egoísmo, del pecado, de las cadenas de la esclavitud. Se trata de un grito de auxilio que es oración, es consciencia de aquello que oprime y no nos deja libres dentro de nosotros mismos”.
Hasta aquí llego por de pronto. Tuve una “discusión” por chat con Ceci… me dio una visión interesante sobre el tema del egoísmo. Pero con un enfoque un poco distinto, así que pensé que sería mejor dejarlo para otro post. Espero producirlo pronto. Me despido.
Muy. Interesante No lei la parte No. 1. Pero es interesante encontrar esa línea divisoria entre la generosidad y el egoísmo. Porque sin darnos cuenta caemos fácilmente en el egoísmo y nos olvidamos de la generosidad. Ya que la generosidad consideró es olvidarse de sí mismo. Y eso es lo difícil