Hoy se celebra, en la Iglesia Católica, la festividad de los Santos Inocentes. Llama la atención cómo la liturgia, inmediatamente después de la Navidad, celebra al protomártir San Esteban, luego a San Juan Apóstol y Evangelista (el único que no murió por martirio, aunque sí sufrió martirio) y luego a los Santos Inocentes. Tres celebraciones vestidas de martirio, de dolor, de sufrimiento, cómo para recordar que el nacimiento de Jesús, no es un nacimiento sólo para alegría sino para sufrimiento. Bien lo recoge aquel villancico hispano que dice: «Yo bajé a la tierra para padecer».
Estas celebraciones litúrgicas no son perfectamente adecuadas al tiempo en el que sucedieron. Es decir, cualquiera que hace cuentas, observará que los Santos Inocentes no pueden haber muerto antes de que llegaran los Reyes Magos. Tampoco se conocen las fechas exactas de ambos suceso (ni tampoco la del Nacimiento de Nuestro Señor), pero se tiene bastantes siglos de celebrarse así, por lo que tampoco vale la pena cuestionar estos temas (si deseás conocer la historia de estas celebraciones litúrgicas, seguro que las podés encontrar sin problema).
Pero voy a lo que voy. Hoy en la liturgia se dice en latín una frase que es la que intitula este post. Non loquendo sed moriendo: se dice de los niños inocentes que dieron testimonio de Cristo «no hablando, sino muriendo», dando su vida por Él. Bonito texto eucológico que nos recuerda exactamente la celebración.
Este día es además, dedicado en muchos países a las bromas por inocente (algunos otros países lo celebran en abril). Las famosas inocentadas. Algunas son divertidas, otras sangronas, y algotras veces son demasiado violentas. (Por cierto, la palabra «algotra» o «algotro» es una abreviación aceptada por «alguna otra» o «algún otro»).
Hoy por la mañana me preguntaba cuántos niños inocentes habían dado su vida. Debido a que Belén era una ciudad pequeña, no debía haber habido muchos infantes varones. Nunca se habla del número, pero yo siempre he tenido en la cabeza un número grande, quizá ahora tenga que rectificarlo para pensar en un número pequeño, quizá una docena a lo sumo (ya habrá expertos que puedan elucubrar, o alguna revelación privada que pueda aclarar). De cualquier modo -como dirían- saber la cantidad de niños inocentes que dieron testimonio de Jesús non loquendo sed moriendo, no es necesario para la salvación.
En fin, lo que sí puede ser interesante es dar también ese testimonio si se presentara. Muchos mártires han dado su testimonio de esa manera. Otros de ambas maneras, y algunos, sin sufrir martirio, han dado su testimonio sólo loquendo… así que por de pronto, sólo nos queda loquendo… quizá algún día se nos presente el moriendo.
Nos vemos otro día.