Hace unos días publiqué un post en mi blog sobre el MEDE, el Máster de tiempo completo del IPADE. De los artículos que llevo escritos para este blog que empecé hace poco, es el que más lectores ha tenido.
La publicación inicial de ese post fue el domingo pasado cerca del mediodía. Así que hice una nueva prueba, de publicar en Facebook un nuevo “anuncio” del artículo a media semana. La reacción no se hizo esperar y los últimos días han sido de muchas visitas (espero que también lecturas) de ese artículo. Con mucho, es el artículo más exitoso… no tengo una respuesta al por qué del éxito del artículo, pero sí muchas teorías, que omitiré, pues quería sólo introducir este segundo artículo relacionado con el MEDE.
Ahora me gustaría comentar algo de la visión que “tengo” yo del MEDE. Me pongo como Profesor y como Preceptor. Es muy agradable ver arribar a aquellos profesionistas (profesionales en otros países fuera de México) que llegan con la ilusión de dedicar dos años de su vida a mejorarse como directores. Muchos –o casi todos- llegan con cara de susto, de miedo, de angustia, de preocupación. Es lógico. Han dejado su trabajo, sus ingresos y ahora se dedicarán a pagar para leer, estudiar, hacer tareas, sufrir, aguantar a los demás… Algunos otros han dejado su ciudad de origen, y pocos, también su país de origen. A estos dos grupos, entrar en el Master de tiempo completo les ha cambiado la vida un poco más que a los primeros. Pero de entrada, empezar a estudiar el master te empieza a cambiar la vida. También es agradablemente triste o tristemente agradable ver a esos jóvenes 21 meses después cuando terminan el master. Es muy agradable, porque “ves” como han cambiado (hasta unos kilitos de más y un poco menos de pelo en algunos), pero al mismo tiempo es triste, porque ya no podrás seguir conviviendo con ellos tan frecuentemente. (Aunque ahora con todos los medios de comunicación, resulta más fácil).
Uno de los primeros master que conocí, y con quien entablé profunda amistad fue con Héctor Álvarez Toca. Héctor estudiaba ya 2º año del MEDE cuando yo llegué a trabajar al IPADE en 1997. Era amigo de quien me daba posada en su oficina (mi actual jefe Oscar), así que pronto empecé a tratarlo. Estaba calvo, claramente por quimioterapia, por un cáncer que le habían detectado a los pocos meses de empezar la maestría; llevaba muy bien los tratamientos y un poco antes de terminar la maestría le dijeron que estaba curado. Con gran ilusión consiguió trabajo, y tres meses después le rebrotó el cáncer, y luego de un tratamiento fallido de trasplante de médula, falleció en febrero de 1999. Todavía recuerdo la última vez que lo vi, muy golpeado por el trasplante de médula, pero tan cariñoso y amigable como siempre. Me enseñó mucho el buen Héctor y con frecuencia lo recuerdo con muchísimo cariño.
Pues de Héctor tengo muchas cosas que contar; contaré dos. Cuando estaba en segundo año, llegó su hermana Claudia a estudiar el MEDE. Él me contaba que lo mismo que pasó en el IPADE había pasado en la Universidad donde ambos habían estudiado. Los primeros días, Claudia era “la hermana de Héctor”; al poco tiempo Héctor “es el hermano de Claudia, la que sacó 10”…
Pues otra cosa que aprendí de Héctor, y que he usado muchísimas veces con los participantes es sobre la “crisis del MEDE”. ¿Qué es la crisis del MEDE? Pues me decía Héctor que era una sensación de inquietud, desesperación, constatación de haber tomado una mala decisión al iniciar el master… no tiene un patrón común de desempeño, ni se presenta en todos, ni al mismo tiempo; pero de alguna manera, a la mayoría les da esa sensación. A veces llega a los tres días de haber iniciado el master o a veces llega al final del primer año, o en cualquier punto intermedio. Yo lo veo como algo que es natural al cambiar tan bruscamente de actividad y pasar de ser “alguien importante en la empresa” a ser “alguien pero sin ser tan importante en el MEDE”. (Hacemos un esfuerzo por tratar personalmente a cada uno de los nuestros).
Cuento dos anécdotas relacionadas con la crisis del MEDE: una que termina bien y otra que termina mal. La primera es la de mi querido Memo. A las dos semanas de estar en el MEDE llega y me dice: “Javier, no me está gustando esto”. La carcajada que solté, creo que todavía la estoy oyendo. Con Memo nos unía una amistad por trabajo de un par de años, así que actué con él como no lo hubiera hecho con otro estudiante del master… omito lo que le dije y cómo se lo dije, pero le receté lo que el buen Héctor me había recomendado: “ten paciencia, aguanta fuertemente, y en pocos días se te pasará”. Memo obedeció el consejo que venía de Héctor, y el de otros que le ayudaron, aguantó, y hoy hizo su último examen del MEDE y la cara de felicidad que mostraba no tenía precio.
La otra anécdota, la que termina mal. Hace muchos años. Un buen muchacho, gran estudiante en su universidad; líder de su grupo de universitarios; promedio de 10 (literalmente); grandes perspectivas, etc. Llega al IPADE, y, “Oh sorpresa”, aquí no es ninguna de las cosas que era en la Universidad: es más, le cuesta adaptarse a la metodología, ve cómo sus compañeros avanzan más que él, desarrollan sus habilidades más a fondo; y el primer trimestre, le sacan tarjeta amarilla (así se llama popularmente a la primera amonestación; a la segunda, ya es roja). El pobre, logra terminar el primer año, sobreponiéndose a esas dificultades, pero sin ser la “estrellita” que era en sus iniciales años de carrera. Empieza el trabajo de verano, y lo hace muy bien (era y es un gran trabajador); sus empleadores le “tientan” con quedarse trabajando en la empresa, y no completar el año que le faltaba de maestría; y a esa tentación se le junta la crisis: he salido mal, no soy líder, no me toman mucho en cuenta mis compañeros, no estoy sobresaliendo, etc. Y decide retirarse de la maestría. Se encontraba feliz, pues mientras sus compañeros seguían estudiando, él estaba ganando bastante más que cuando entró a la maestría, y ya no tenía la presión de estudiar… transcurridos nueve meses sus compañeros finalizaban la maestría y se contrataban por bastante más pesos que nuestro amigo de la anécdota… y además, él había perdido ya el trabajo…
Es decir, la crisis se puede presentar en cualquier momento, con dureza distinta, y las reacciones varían. Unas veces las provocamos los profesores indirectamente; otras directamente. Recuerdo a un muchacho a quien entrevisté para entrar a la maestría en 1998; joven, delgado (delgadísimo), de fuera de la Ciudad de México, emprendedor, muy movido: es decir, un gran candidato. Obvio que lo aceptamos… el primer día de clases, mientras entraba al aula nos reencontramos, y le comenté: “¿Cómo? ¿Al final sí te aceptaron?”. No se desmayó, pero la cara se le volvió blanca, y le pasaron por la cabeza miles de cosas. Años después, mi buen amigo Manuel (así se llama el de esta anécdota) todavía me lo recrimina, y me trata de explicar la crisis qué sintió en aquel momento… pero, gracias a Dios, Manuel hizo el master con gran aprovechamiento…
Las crisis que he provocado con mis clases (las que llamo indirectas) no las conozco, y espero que hayan sido superadas positivamente.
Tengo otras anécdotas en el tintero (teclado diríamos ahora), pero ya me alargué mucho. No quiero terminar sin pedirte que en tus oraciones, te recuerdes del buen Héctor, para que desde el Cielo siga ayudando a todos los MEDE que pasan por alguna crisis en algún momento de sus estudios.
Nos vemos hasta la próxima.
jaja! es que Javier te pasas, uno llega sintiéndose todo grande y orgulloso por ser aceptado en IPADE y sales tu con el “¿Cómo? ¿Al final sí te aceptaron?”
Pero está bien, te pone en la realidad, por que la vida te da oportunidades y las tomas (IPADE) y luego el reto es aprovecharlas (y esto solo pasa si sabes donde pisas, por que el camino no es siempre claro, pero se hace mas fácil como amigos y maestros como tu)
PD. Me debes una corbata por cierto!
Recordando esa plática, hay una frase que me quedó como enseñanza de vida: "no tomes decisiones en tiempos de crisis, resiste y después toma la decisión…la correcta".
Mil gracias, Javier, sos grande! =)
Hola Javier!
Yo también tuve esa crisis. Un día, así nomas, se me ocurrió apuntarme al MEDEX y cuando me di cuenta ya lo estaba cursando. Pasaron unas semanas y no veía la mía, la presión (y el estrés en el trabajo) eran bastantes.
Tuve que ir a ver a un doctor, que me recomendaron en la misma escuela, y que me manda unas "gotitas" para tranquilizarme y otras para, según esto, desarrollar mi capacidad de aprendizaje.
A la semana de tomarlas estaba como "zombie". Me sentía demasiado relajado, por no decir raro.
Decidí dejar de tomarlas y mejor me aplique al gimnasio; eso sí que dio resultado.
Ahora recuerdo el MEDEX como….. una mala experiencia, por todo lo que hay que estudiar, pero la sapiencia adquirida es muy, muy reconfortante.
Saludos!
Siendo yo ayer, hoy y siempre "la hermana de Héctor" confieso que fue precisamente este hermano quien me ayudó a sortear, no una, sino varias crisis como MEDE. Definitivamente verlo llevar la maestría con tanta alegría y empuje, a pesar de sus tratamientos contra el cáncer, fue siempre para mí la mayor motivación. Definitivamente no se valía dudar ante semejante testimonio.
Mi hermano cursaba el segundo año del MEDE cuando yo entré. Cuando terminé el primer año, Héctor acabada de conseguir un excelente trabajo. Desafortundamente a los muy pocos meses el cáncer volvió a aparecer y el resto de la historia ya la contó Javier.
Les comparto que en mi caso, desde que fuimos a la Ibero, y luego en el IPADE, Héctor siempre fue para mí un ejemplo a seguir. Era una persona con gran sentido común y extremada inteligencia, muy simpático y ocurrente.
En el MEDE, todos sus consejos los puse siempre en práctica y cada uno de éstos me ayudaron a ser mejor persona, aunque nunca tan buena como él (de hecho por eso creo que él es el que ya no está y uno sigue aquí tratando de hacer méritos).
Si algún MEDE en crisis lee ésto, le recomiendo le pida a mi hermano una ayudadita, estoy segura que desde donde esté intercederá. Yo a la fecha lo hago y siento cuando es Héctor el que está ayudando.
Javier francamente a mí y mi familia nos conmueve ver que habiendo pasado tantos años lo sigues recordando y que además nos lo hagas saber. Nunca encontraré palabras adecuadas para agradecerte lo suficiente.
Un abrazo con mucho cariño.
Estimado Lic. Duarte:
No pude leer su post sin pensar en las crisis de nuestros MEDE y MEDEX en la UNIS Business School, de las cuales usted también ha estado al tanto.
En Guatemala también se le aprecia.
Gracias Manolo por tu comentario… Respecto de la corbata, ya sabes que puedes pasar por la Posta a mi nombre….
Memo, te agradezco tu comentario para recordar ese duro momento que te toco vivir.
Clau: te agradezco muchísimo tu texto… Héctor era una gran persona y con lo que pones, se nota mucho.
Clara Isabel: muchas gracias por su post… espero que a ellos les sirva también.
Miguel Angel, muchas gracias también por tu comentario… será útil para los Medex
Totalmente acertado con la descripción de la crisis. De una u otra manera pasamos por ella y más de una vez, pero trae consigo muchas cosas positivas. Al momento de vivirlas uno se sale de su área de confort y se ve exigido, situación nada agradable. Sin embargo después de superarlas, uno voltea atrás después de un tiempo y se da cuenta que fue gracias a estas crisis que uno experimento un buen crecimiento con tal velocidad.
Saludos desde Noruega, donde estoy haciendo mi programa de intercambio
Javier, no tengo el gusto de conocerte (soy estudiante de primer año del MEDE – Gen 2016 -) pero te felicito por tu escrito. Muy apegado a la realidad y ¡los relatos que nos cuentas nos dan fuerza para seguir adelante!
Saludos!