Mañana hace 15 días iba manejando hacia El Salvador cuando recibí una llamada que me decía: «Hay fumata bianca». Me dio tiempo de pasar la Frontera entre Guatemala y El Salvador, y a unos cuantos kilómetros de ésta, todavía con señal de celular de Guatemala, logré sintonizar un canal para ver el famosísimo anuncio: «Habemus Papam» dado por el enfermo Cardenal Tauran (tiene parkinson, por eso hacía unos movimientos muy raros); después dijo el nombre del Cardenal Jorge Mario Bergoglio y luego la siguiente frase «Qui sibi nomen imposuit Francescum».
Pasados unos minutos más de espera, apareció el nuevo Papa Francisco. Prácticamente desde que Benedicto XVI renunció, había leído mucho sobre los «papables». Del Cardenal Bergoglio sólo se decía que en el Cónclave de 2005 había sido el segundo, la alternativa para el Cardenal Ratzinger. Pero nada más. Me da la impresión de que todos los «vaticanistas» lo habían eliminado de la lista de papables por su edad: 76 años «son muchos» -habrán pensado- para que lo nombren Papa. Pero resulta que no son muchos años… así que nuevamente los «expertos vaticanistas» se lanzaban al vacío, no atinándole a sus pronósticos.
Pero dejando ese tema, paso a lo que me interesa comentar. Mi primera impresión fue de asombro: ver a un nuevo Papa del que no tenía recuerdo de su fisonomía (había visto sólo alguna foto de él antes). Me pareció que físicamente se parecía un Papa de hace muchos años: el Papa Pío XI (Achile Ratti). También me pareció muy serio y con pocos gestos, pues no usó el saludo que había visto en Juan Pablo II y en Benedicto, con los dos brazos levantados, saludando con ambas manos… Que equivocado estaba. Ahora ya no lo comparo con Pío XI (que la verdad, se parece poco)… Lo de serio, creo que todos hemos visto que no tiene nada, sino que al contrario, le hemos visto con una gran alegría y buen humor. Y lo de pocos gestos, pues también estaba equivocado, pues ha sido el Papa de los gestos.
La información de su vida ha circulado por Internet como pólvora. Una vez asentados esos primeros momentos, llegó a mis “manos” un libro digital sobre él. Es acerca de una entrevista que le hacen –siendo Francisco Cardenal Arzobispo de Buenos Aires- un par de periodistas. El libro tiene un título sugerente: “El Jesuita”. Hace unos días empecé a leerlo; le estoy dedicando unos 15 minutos diarios. (Espero ir publicando algunos resúmenes en días posteriores). Pero por de pronto doy algunas impresiones generales de la personalidad del Papa Francisco que me he hecho con la lectura –todavía inacabada- de este libro:
1. La primera, y más importante: es que tenemos un gran Papa. A medida que leo cosas de la entrevista te das cuenta que es un hombre al que Dios ha preparado –paso a paso- para llegar al “Poder” que actualmente ostenta (Entendiendo “poder” como él lo explica: servicio).
2. Es muy agradable, con un sentido del humor, optimismo y alegría como pocas personas. Al mismo tiempo que es una persona realista.
3. Sobrenaturalmente se percibe una profunda vida interior, afirmado con una devoción a la Virgen María que le marca.
Bueno, acabo por hoy. Pero me he hecho el propósito de poner algunas anécdotas que en el libro se mencionan. Hoy no me puedo resistir a poner la anécdota que el Cardenal Bergoglio incluye en este libro-entrevista, y que leí hoy: (no la copio, sino que la cuento con mis palabras) El Cardenal está siendo preguntado por la situación económica de Argentina, y han platicado acerca de el gran regalo que le ha hecho Dios –en cuanto a recursos- a la Argentina. En este contexto, el Cardenal cuenta lo siguiente: se acercan varios embajadores ante el Trono de Dios, a “reclamarle” de por qué a la Argentina le dotó de tantas maravillas. Ante el reclamo, Dios les confirma que así fue. Que cuando creó el mundo, puso en Argentina de todo para que fuera un gran país. Pero al final les hace una acotación: “pero también puse argentinos”…
Por cierto, si alguno quiere el libro digital (lo tengo en epub y en pdb) le pediré me escriba a mi correo (jduarte@ipade.mx) para enviárselo.