Desde hace unos años, a instancias de un buen amigo (Santiago) me aficioné al concierto de año nuevo por la Filarmónica de Viena. Hace ya tres años (qué rápido pasa el tiempo) publiqué algunas cosas de ese concierto, porque tiene sus características propias. (Se puede leer en http://javierduarteschlageter.blogspot.com/2014/01/del-2-al-23-de-enero-aprovecha.html).
Este año, 2017, tenía unas peculiaridades. Iba a ser dirigido por el director más joven (como recordarás, la orquesta escoge a quien los dirigirá en los tres conciertos de fin de año y nuevo año). Gustavo Dudamel, un venezolano de 35 años… Un genio de la música, precoz de la dirección y virtuoso del violín.
Tampoco me interesa escribir aquí sobre la biografía de Gustavo. Aunque me pareció interesante que dijera, en una entrevista, que después de dirigir este concierto ya podría morir en paz… tanta importancia tiene este concierto y esta Filarmónica para que el Director de la Orquesta de Los Ángeles diga eso. Dicho sea de paso, son palabras muy parecidas -salvando las distancias- de aquellas otras que dijo un viejito, de nombre Simeón, cuando tomó en brazos a aquel pequeño niño que venía a redimir el mundo: Nunc Dimitis, Ahora sí puedes sacar a tu siervo de este mundo, porque mis ojos han visto la Salvación.
Pero tampoco me interesa profundizar en esos temas. Para eso te sugiero leer un par de artículos publicados en un periódico español de mucha divulgación en América Latina: una entrevista previa al concierto, y luego la crónica del concierto de ayer por la mañana.
Como algunos de mis queridos lectores saben, me dedico -académicamente-a la toma de decisiones y a las finanzas. Y en ambos saberes existe un concepto, que tiene múltiples pistas de aproximación. Y estoy hablando del riesgo.
El riesgo puede verse desde muchos puntos de vista y es un tema apasionante, y con aristas que lo pueden meter a uno en «camisa de once varas» como se dice popularmente en mi tierra.
De cualquier manera, todos tenemos el concepto de riesgo como falta de certeza, de seguridad, donde las cosas pueden salir mal, donde podemos perder dinero o perder algo más valioso que el dinero. Se habla de los riesgos en la toma de decisiones, cuando uno no tiene la seguridad de que aquello saldrá como lo esperábamos. En finanzas llegamos al extremo de incluir algo bueno dentro del riesgo: así, una persona corre un riesgo cuando obtiene más de lo que esperaba… En fin, «estudiar el riesgo es muy riesgoso».
En la entrevista que he citado más arriba, Dudamel da una definición de riesgo que me encantó, y que espero usar a partir de ahora para añadir nuevos puntos de vista de este tema apasionante. Claro que Dudamel está en una entrevista de cara al concierto de año nuevo, y la definición de riesgo que da está en ese contexto. Además, como es artista, la frase está muy bien dicha, muy bien construida, así que hasta que hasta es bonita.
Transcribo lo que dijo Dudamel, modificando dos pequeñas cosas: «El riesgo es aquel punto donde tú miras y da vértigo…«, y continúa «donde tienes el control de todo, y al mismo tiempo, no lo tienes«.
Cuando tú miras y da vértigo. Qué buena definición de riesgo. Tomar una decisión sobre muchos miles de dólares, sobre empleados que dependen de uno, sobre un nuevo producto, sobre una campaña mercadológica, sobre alguien a quien amamos, etc. Esas decisiones…, esas decisiones sí que dan vértigo. Porque pueden salir mal, y eso nos puede llevar al fracaso, a la pérdida de una empresa, o a cosas más grandes.
En ocasiones cuando uno tiene que tomar una decisión muy difícil se puede pasar un tiempo enfermo, sin dormir, mal del estómago, etc. Creo que Dudamel lo define perfectamente como vértigo. Algo vertiginoso, que produce vértigo.
Porque uno fácilmente puede caer en la tentación de pensar que todo aquello sobre lo que decidiremos saldrá bien, suponiendo que tenemos todo controlado, cosa que no es cierto, aunque nos puede parece que así sea. Donde tenemos todo el control sobre todo (valga la redundancia) pero en ese momento nos damos cuenta de que no lo tenemos, porque nos viene a la cabeza la pregunta, ¿qué pasaría si sale mal? ¿qué sería de mi si no sale cómo lo planeé?
Este tener controlado todo, pero sin tener controlado nada, me recuerda una anécdota que incorporé a una de mis clases en Análisis de Decisiones. Es una anécdota de una serie de televisión, cuando una nieta la dice a su abuela: «abuela, estoy segura de que va a pasar tal cosa». La abuela, con la sabiduría que dan los años le contesta: «Mary, hija mía, nunca confundas deseo con certeza».
A veces el tener todo controlado viene por el enorme deseo que tenemos de que algo suceda. Cuando en la realidad, no tenemos nada de certeza de que aquello pasará. Esto es la confusión entre estas dos cosas.
Dejo el tema aquí. Ojalá te sirva de reflexión y podamos seguir todos profundizando con algo que nos topamos todos los días…el riesgo, y ese vértigo que da cuando nos topamos con él.