Como comentaba ayer, estamos en clases con Rafael Alvira. El curso que estamos llevando con él se llama «Poder, Gobierno y Autoridad». Como siempre derrocha sabiduría, aunque ahora está un poco más golpeado por el jet-lag.
Hoy nos contó varios chistes. Sólo escribo uno que fue el que más me gustó, porque es un chisto acerca de virtudes. Era un tipo que decía en público lo siguiente: «Yo soy muy humilde. Y bien sabe Dios que no tendría motivo para ello».
Hoy por la tarde nos platicó de dos conceptos que titulan este post: sobre lo antiguo y sobre lo viejo. El contexto en el que nos lo habló parte de que el poder es un principio que utiliza instrumentos (medios) para conseguir los fines. En ocasiones esos instrumentos son personas, que nos ayudan para esos fines, y a quienes hemos de tratar conforme a su dignidad de persona, aunque la clasificación de instrumento o medio queda muy fea para una persona.
Decía que hay una analogía de cómo se debe tratar a los objetos culturales (habló bastante rato de cultura).
Pues resulta que las cosas que cargan con un pasado pueden ser consideradas como antiguas o como viejas. Lo antiguo es algo que proviene del pasado y ha conservado una presencia viva; en cambio lo viejo es algo que también tiene mucho pasado, y que «carga con el pasado pesado», y que no ha conservado presencia significativa, es peso muerto.
La diferencia entre lo antiguo y lo viejo es que lo antiguo se conserva y lo viejo se tira.
Nadie quiere cargar con un viejo en su empresa. Y cuando se trasladan estos dos conceptos a la empresa, y a los instrumentos inteligentes como las personas, hay que saber afirmar las cosas. La vejez o antigüedad no depende de los años de vida o de experiencia que tengan, sino de la presencia. Lo antiguo son cosas del pasado que tienen presente y tendrán futuro. Un antiguo en una empresa tiene futuro; a un viejo hay que colocarlo en algún otro lado.
Es más, lo antiguo se utiliza como concepto cultural de gran relevancia. Y cada vez se usa más en las empresas: «Empresa ABCD desde 1845», porque no es viejo, nadie lo ha tirado.
En la empresa interesa tener personas antiguas, porque la empresa tiene historia.
Estas fueron algunas reflexiones sobre lo viejo y sobre lo antiguo.
Quiero terminar con una cosa interesante. Hablaba de que ahora hay dos palabras que se utilizan para categorizar personas: «experto» y «analista». El decía que las últimas cosas que ha escrito las ha firmado como «experto analista» (claro que lo decía en plan de chanza). Porque nos decía que el experto lo que tiene es experiencia y que a veces la experiencia es algo que está por debajo de la ciencia, porque la experiencia es algo empírico. Y hablando del analista, nos comentaba que la capacidad de síntesis es más importante -muchas veces- que la de análisis…
Así que se me ocurría firmar: «experto analista sintético».
Nos vemos otro día.