Un buen amigo me preguntó hace poco por qué los accionistas de una empresa no recibían de vuelta el dinero de la inversión realizada en la empresa. A diferencia de invertir en un banco: año con año (o semestre o trimestre) me pagan intereses y luego, me devuelven lo que invertí. Y pues resulta que cuando uno invierte en una empresa no sucede lo mismo: sólo te pagan dividendos (cuando hay utilidades a repartir y efectivo para pagarlos).
Muy extrañado mi amigo me cuestionaba este tema. Platicamos un rato, y me parece que al final entendió qué diferencia hay entre invertir en una empresa y en un banco.
Le comentaba que el tema es tan interesante, que hasta podría salir un pequeño post, porque además tiene una faceta ética.
Cuando una persona invierte su dinero en una empresa -vamos a suponer que esa empresa será trabajada por el mismo inversionista- mete su dinero para que la empresa opere. Las empresas, ordinariamente, tienen un período de crecimiento y al principio les va mal y poco a poco se enderezan (bueno, las que se enderezan… porque otras siguen mal hasta que mueren). Y muchas veces los accionistas, no sólo no reciben dividendos, sino que además tienen que meterle más dinero. Y con su trabajo y con ese capital, logran en algún momento, que la empresa empiece a generar utilidades. Y de esas utilidades empiezan a participar los accionistas, vía dividendos.
Los dividendos son resultado de la distribución de una parte de las utilidades obtenidas por la empresa en este período o en períodos anteriores. Los accionistas reciben estos dividendos ordinariamente en efectivo. Pero también reciben otra cosa: la empresa ahora vale más; ya no tiene el mismo valor que tenía cuando arrancó, sino que ahora ha crecido ese valor. Así que el accionista tiene esa doble retribución: dividendos más aumento del valor de la empresa y, por lo tanto, del crecimiento del valor de cada acción.
Y así, un accionista, de alguna manera, “ha olvidado” lo que invirtió originalmente en la empresa, porque ya ha ido recibiendo una retribución con los dividendos y con el crecimiento del valor de su inversión. Y ese accionista, no espera que le devuelvan esa inversión… la dejará en la empresa “para siempre”, y será su herencia a sus hijos y a los hijos de sus hijos.
A diferencia de una inversión en un banco, donde yo la puedo volver a recuperar; me pagan un rendimiento periódico, y al final recupero lo invertido. Pero ese rendimiento es un rendimiento casi siempre fijo y pequeño…y al final recupero exactamente lo que invertí.
¿Qué diferencia hay? Pienso que la primera es el riesgo. Cuando yo saco adelante la empresa, corro más riesgo que si lo invierto en un banco. Así que los dividendos, tendrían que ser mayores que los intereses de una inversión bancaria. La segunda, es que la inversión bancaria, la recuperarás… cosa que no harás con la inversión en una empresa. Otra diferencia sería que al invertir en una empresa estás generando muchas fuentes de trabajo, cosa que no necesariamente haces cuando inviertes tu dinero en el banco. La inversión en la empresa se hereda, y seguirá creciendo…la inversión en un banco se hereda, pero se queda estancada, no crece…
Por cierto, creo que vale la pena decir que los dividendos que reparten las empresas no son los mismos cada año; pueden ser distintas cantidades, más o menos… y en ocasiones, “pós no habrá”. Pero cuando una empresa ha crecido y le va todos los años bien, los dividendos terminan siendo jugosos y casi siempre son bien utilizados por los recipiendarios.
Terminaba de hablar con mi amigo, y le comentaba que, en ocasiones, cuando las empresas cotizan en bolsa, hay muchos inversionistas que entran como si fuera una inversión en un banco. Es decir, entran para salirse, después de un tiempo. Lo que aprovechan es que el precio de la acción en el mercado de valores sube, y entonces se van a invertir en otro lado donde puedan obtener otro crecimiento del precio de la acción.
Aunque desde un punto de vista “técnico” esas personas son inversionistas en la empresa, y por lo tanto ayudan a financiarla, pienso que, desde otro punto de vista, esas personas son más bien “jugadores”, “apostadores”, ya que están esperando que el precio de la acción suba para dejar la empresa. Como se dice: veni, vidi, vici: llego, vi y vencí… llego, invierto, sube el precio y me salgo. No son personas que corran el riesgo de invertir a largo plazo en una empresa en concreto, sino que van “a por el aumento a corto plazo”.
Pienso que hacer esto es perfectamente válido y claramente es legal. Pero sería mucho mejor que un inversionista escoja a una empresa y le deje su dinero allí y que sufra los vaivenes del mercado.
Recientemente decidí, junto con unos familiares y otras personas más, en un negocio de alto riesgo. Cuando confiamos en el fundador de esta empresa, estábamos claros que la inversión era a largo plazo y con la posibilidad de perderla o de que nos fuera requetebién. Aun así, nos pareció adecuado correr los riesgos con el fundador, un joven visionario y creativo. Decidimos que valía la pena apoyarlo, porque podría ser un buen negocio y valía la pena correr el riesgo.
¿Qué cambia en este joven emprendedor y en los demás socios cuando llegan nuevos inversionistas? Se me ocurre que esto ayuda al emprendedor con un espaldarazo, no sólo económico, sino de confianza: hay otras personas que confían en mi idea y en mí. Debe ser una sensación refrescante desde muchos puntos de vista. Y esa confianza puede terminar siendo una gran fuente de ingresos para muchas personas.
En fin, este es un tema que tiene muchas aristas, matices, especificaciones y aclaraciones. Por de pronto lo dejo aquí. Quizá con los comentarios que salgan, podría retomar este tema… ojalá así sea.
Saludes a todos mis pacientes lectores.
Muy claro Javier, gracias!!!
Las empresas y sus inversionistas tienen facetas no siempre conocidas y evidentes por los que nunca han hecho empresa…