A los dos minutos de haber terminado de subir el post titulado “sartorialmente hablando…” me llamó un buen amigo.
Tomás -así le llamaré- es una caja de monerías más no de pandora. Primero, como he dicho, es políglota. Estando todavía en bachillerato recuerdo la soltura con la que hablaba con mi mamá en alemán, contándose chistes. No me atrevería a decir la frase “que hablaba perfecto alemán”, porque yo no sé nada de alemán, así que ni modo… pero mi mamá me decía que hablaba muy bien. Y ella le enseñaba algunas palabras del dialecto alemán que se habla en Suiza.
Obvio el inglés ya lo sabía más que a la perfección.
Con el tiempo ha ido acumulando idiomas: francés, italiano, portugués, y no sé cuántos más. Me recuerdo una vez que me comentó una vez que daba conferencias y cursos en alemán, inglés o francés, y por supuesto en español.
Lo único que se le dificultaba al buen Tomás es en la matemática, por eso acudía a mi casa para que yo le explicara algo de matemática y física. Aunque creo que más bien iba para que le diéramos almuerzo y echarse la platicada con la Niña Margoth…
Unos años estuvo en Alemania trabajando en la Embajada de El Salvador allá. Según creo recordar allí empezó a aficionarse a algo que le gusta mucho y al mismo tiempo le ha servido para ganarse unos centavos y mucho prestigio: el vino. Se convirtió algo entre un enólogo y un sommelier. La cosa es que sabe mucho de vinos y con frecuencia da catas y recomendaciones al respecto.
Hace años, leyendo Mafalda, me encontré con una viñeta dónde Mafalda decía que le gustaría trabajar en la ONU y saber muchos idiomas. Para que así al servir de intérprete podría resolver los problemas mundiales… no diría las cosas malas y sólo las buenas…
Pues Tomás trabaja en algo parecido, aunque no hace de intérprete. Sus habilidades políticas y diplomáticas le llevan a manejarse en ese tipo de instituciones con la soltura y el desparpajo con que siempre se ha desenvuelto.
Pues decía que Tomás me llamó a los dos minutos para comentarme mi post sobre “sartorialmente hablando…”. Nos pasamos media hora platicando “del mar y sus conchas”, resolviendo el mundo, el covid-19, la política de nuestro país de origen, nuestros compañeros que tienen puestos importantes, y sobre todo…
Pero antes de tener esa agradable plática con él, me soltó cinco minutos para comentarme que el crecimiento profesional que ha tenido se ha debido principalmente a su conocimiento de cosas que complementan lo propio de su trabajo técnico. Por ejemplo, en una degustación, además de soltar la jerga propia de los vinos, les cuenta anécdotas históricas sobre un personaje importante que en el año 1034 plantó una viña en tal ciudad….
Me decía Tomás: “lo que me hace destacar en mi parte técnica es con el conocimiento no técnico de storytelling”. En español, según sé, storytelling se traduce como “cómo contar una historia para cautivar”. Y me decía “la gente reacciona con entusiasmo cuando les cuento cosas fuera de lo técnico que es lo central de mi trabajo”. Y continuaba “con mucha frecuencia me pregunta significados de palabras. ¿Y podrás creer que sartorial es una de las que más me han preguntado?”
Y luego, me soltó una frase de esas que son milestone“la piedra angular de mi desarrollo profesional ha sido el conocimiento que no tiene que ver con mi ocupación principal”.
El bueno de Tomás, en esos minutos de conversación telefónica me dio mucho tema para meditar y para ayudar a meditar a otros. Sin descuidar la mejora en nuestro trabajo, aprendamos de “otras cosas” que nos ayudará a mejorar nuestro mismo trabajo profesional.
Que buena milestone, sin duda para meditar y buscar o continuar -para los que ya la tienen- esas "otras cosas" que nos ayudara a mejor y complementar nuestro trabajo. Seguro todos tenemos una. Saludos Javier y buen artículo.