Como todos los años, hemos tenido la reunión anual (Claustro anual) de profesores del IPADE, el último día de julio y los dos primeros días de agosto. También asisten directivos no académicos de la escuela. Éramos quizá unos 150.
Han sido grandes momentos de los que tomé algunos apuntes y fui remarcando algunas ideas para luego dejarlas por escrito aquí. Casi que tomé apuntes para publicar aquí el post correspondiente. Aunque en realidad quería también grabar las cosas en mi cabeza y creo que una gran forma es tomar apuntes a mano sobre los cuales después repasar -si logro entender mi letra-.
Pensando en esto, se me recordó la frase aquella del chistorrete: «la mala costumbre de tirar a primera» que venía a explicar que cuando uno está acostumbrado a hacer algo, siempre va por esa línea de acción. En el PS1 cuento el chiste, que es malito, pero ejemplificador.
Han sido dos días y medio de mucha convivencia. Ver a muchas personas que quizá tenías meses de no ver, platicar, reír, molestar, comer bien y aprender.
No explicaré a detalle las actividades académicas que hemos tenido, sino solo pondré algunas ideas que yo he procurado sacar como conclusiones.
Por cierto, todo el claustro versó sobre «el trabajo», uno de los valores del IPADE. Ya van tres claustros en los que se toca uno de los cinco valores. En los próximos dos claustros se tocarán los valores que faltan.
This is the place to be
Una de las primeras conclusiones que he sacado en estos días se explica con una anécdota que leí también en este marco de tiempo.
Más o menos la anécdota transcurría así: era una persona que no sabía si incorporarse a una actividad que le atraía, pero no estaba segura de que fuera lo suyo. Así que se puso a rezar mucho y le pidió a Dios una señal de que aquello era una buena decisión.
Contaba que no había tenido que esperar mucho, porque al momento, en la iglesia donde pedía luces, se levantó un muchacho que llevaba una camiseta que decía: This is the place to be.
Eso le había ayudado a decidirse por el sí.
Estos días de claustro de profesores, mi primera conclusión ha sido que «este es el lugar donde estar». Aquí estamos.
Algunas conclusiones
Mientras anotaba las cosas que iban diciendo los conferencistas, de repente me surgían algunas ideas torales que iba anotando también -con mi «bella» letra- en las hojas de papel cuadriculadas clásicas del IPADE (En la galería de fotografías pongo una foto de una hoja de mis «bellos» apuntes. En el PS2 cuento una anécdota de mi querido amigo el Dr. Huete y mi letra).
Algunas de las frases de abajo son conclusiones mías y otras son frases de algunos de los conferencistas.
Quizá para mí la primera reacción a todo el ambiente del claustro fue de alegría. Específicamente de la Alegría del Reencuentro, que ya había comentado un poco al inicio de este post. Encontrarme con muchas personas que no había visto en algunos meses fue de gran alegría. También encontrarme con amigos que nos vemos seguido da una gran alegría. Y lo mismo pasó luego con los cónyuges.
Desde la primera actividad donde Lorenzo fue desglosando lo que había pasado en el IPADE, empecé a Reenamorarme del IPADE. Todo lo que se ha hecho en este año -y en los pasados- da orgullo (siempre del bueno), da ilusión, da alegría, da sensación de que podemos llegar a más personas para formarlas en los negocios y en una mejor vida humana y cristiana.
Escuchar a personas que habitualmente no escuchas te hacen descubrir nuevamente la famosa virtud de la Humildad, que a todos nos ayuda siempre tener un poco mejor desarrollada. En estos casos me encanta volver a mencionar la frase que me acompaña desde hace muchos años: «si no hay constatación de la ignorancia, no habrá tampoco esfuerzo por aprender ni por enseñar» (Bruner). Es muy bonito cuando en poco tiempo aprendés muchas cosas.
Estos días han sido también unos de una gran Sacudida emocional. Nos han llegado (a la cabeza, el corazón y los sentimientos), con los diversos detalles académicos como también con los detalles de las comidas, de la música, de la cultura, de la amistad… todo eso nos ha sacudido. Bueno, a mí me ha sacudido, para no hablar por los demás. Nos decía uno de los conferencistas -había estado en el día anterior en todas las actividades-, que él había visto el claustro como una Bomba de energía. También pienso, y estoy convencido de esto, que esa bomba de energía y esa sacudida emocional arrancaba en buena medida de la participación de la Santa Misa, actividad esencial con la que contamos los tres días del claustro.
El IPADE y toda su gente, hace una Contribución singular al mejoramiento de la sociedad local e internacional. A veces vale la pena preguntarse cómo serían las cosas sin que hubiera existido esta institución.
Vengo a pedirles un favor
Trabajar desde lo esencial, desde lo fundamental es una obligación. Álvaro nos habló del propósito empresarial y de cada uno en particular: han hecho unas investigaciones y han comenzado a implementar estos conceptos en las empresas. Por lo que creo que entendí y, sin meterme a arruinarle la plana a Álvaro, nos animaba a llegar a lo esencial.
Y aquí conecto con quizá lo que yo considero «más» fundamental de estos días de Claustro. Y fueron los mensajes de Don Luis Romera, sacerdote, quien desde Roma nos vino a dar dos conferencias. Desde el inicio, este gran metafísico, nos dijo varias veces que «vengo a pedirles un favor».
Desde el inicio del IPADE -en 1967- se tuvo una visión -quizá se podría decir propósito- de que lo querían los fundadores era formar en dirección de empresas a empresarios, emprendedores, directores, con una visión cristiana de los negocios y de la vida.
Esto también se concretó con conseguir que el IPADE fuera una obra corporativa del Opus Dei, institución de la Iglesia católica cuyo fin es la difusión de la santidad en medio del trabajo. Y qué mejor que tratar de difundir entre personas que tienen tanta influencia en la sociedad.
Ayudar a los directores a pensar, porque, Cuando las personas piensan, mejoramos y ese mejorar se traslada desde arriba hacia abajo más fácilmente que desde abajo hacia arriba.
Así que todo el IPADE debía ser -y es- un lugar de formación en empresa y en humanismo, en humanidad, en cristianismo, sin ser oficial ni oficiosamente católica. Siempre es dirigido por los profesores, seglares-laicos. Como decía don Luis, El profesor forma desde su vida, desde su vida íntegra, desde su esfuerzo por hacer bien las cosas.
A lo largo de los años, en el IPADE -como en innumerables instituciones del Opus Dei- se ha tratado de vivir y hacer descubrir la maravilla de vivir como cristiano en medio del mundo, en medio de los negocios, del estudio, del trabajo.
Y don Luis nos venía a pedir ese favor. Que no cejáramos de hacer esto, de que el espíritu cristiano en una institución como el IPADE viene de los profesores, de los directivos, de todos los que aquí trabajamos.
Me encantó una frase que dijo un momento, en el que él le podría decir al Prelado del Opus Dei: «no se preocupe Padre, que sus hijos del IPADE seguirán haciéndolo bien».
Cultura
El jueves, primero de agosto, en la tarde se han unido los cónyuges de los «colaboradores» como les gusta llamar a los empleados o trabajadores del IPADE.
Antes de la llegada de los cónyuges fue la tradicional foto de todos que siempre es divertida y genial. Le pedí al fotógrafo del IPADE, Gerardo, -de quien es mejor decir que es un artista-, que me facilitara algunas fotos. Y me las compartió. En el carrusel de fotos que pongo, las bonitas son las que tomó Gerardo, y las feas son las que tomé yo.
Después de la misa con todos, fue el almuerzo.
En el IPADE los desayunos y almuerzos -comida en mexicano- siempre son bastante buenos. Durante los días especiales, como el claustro o la celebración navideña, el esmero en el menú llega a altos niveles. Puse una foto con uno de los menús.
Y este año todos los desayunos y comidas no defraudaron nada. Solo el postre del segundo día «no» me gustó nadita, así que pedí que me repitieran para ver si el segundo me gustaba. Quedé complacido en la segunda prueba. También puse una foto de este maravilloso postre.
Durante el almuerzo platicamos muy agradable sobre diversos temas o, sea que platicamos, multisargumentis, como el nombre de este blog.
Pero bueno, el jueves por la tarde partimos para el Palacio de Minería en el centro de la Ciudad de México.
Tuvimos una visita guiada de unos 40 minutos por diversas habitaciones del palacio: una capilla, un aula magna (que en su momento se usó para el congreso de diputados), una sala de rectores, una preciosa biblioteca, etc. Es realmente un lugar magnífico y magnánimo donde se formaron los primeros ingenieros de minas en México (según entendí).
Pero para el final estaba lo mejor. Tuvimos un concierto en exclusiva para nosotros (quizá éramos unos 300).
El concierto comenzó con una orquesta sinfónica de jóvenes al que luego le acompañaron unos mariachis de primera. Fue una velada increíble: durante más de una hora y cuarto nos deleitaron con todo tipo de música -hasta música sinfónica tocada por mariachis-. Las trompetas fueron magníficas, cantaban genial… fueron unos momentos que también podría catalogar como inefables…
En el encore, también aparecieron unas bellas bailarinas con unos trajes de lujo. Fue una velada magnífica.
El último día del claustro no pude gozarlo porque me tuve que regresar a Guatemala. Sólo participé en la Santa Misa y en el desayuno donde volví a gozar de una conversación de altura con algunos colegas y con Álvaro que nos había dado una conferencia sobre el propósito el día anterior.
Esos momentos de conversación alegra, en un ambiente de amistad, de risas y buena plática, que profundiza, son una de las cosas que más agradezco del IPADE.
Organización
El IPADE funciona como relojito. Es una de las cosas que descubren las personas cuando llegan por primera vez allí. A veces se falla, pero realmente, eso sucede muy pocas veces.
Así que el Claustro no fue la excepción. Salió todo a pedir de boca. Quiero agradecerles a todos los que ayudaron a que saliera todo espectacularmente, con mil detalles de calidad.
Y a aquellos otros que, mientras nosotros estábamos en las actividades, se dedicaban a darle la remozada anual a las instalaciones del IPADE para que el inicio del año lectivo 2024-25 arranque con los nuevos bríos que hemos recuperado en estos días.
¡Gracias a todos!
PS1.
Chistorrete de tirar a primera.
Había un perrito que estaba en la parte de afuera de un balcón y estaba por caerse. Apareció un gran beisbolista que animó al perrito a que se tirara y él lo cacharía. El beisbolista era tercera base. El perrito se lanzó y el beisbolista lo capturó perfectamente. El público le ovacionó, y mientras, la ovación seguía, el jugador lanzó al perrito que se golpeó contra una pared y quedó más maltratado que si se hubiera tirado desde arriba. La gente asustada interrogó al jugador y contestó con «la mala costumbre de tirar a primera».
El chiste original era más cruel que aquí he adaptado porque hubiera sido políticamente incorrecto si lo hubiera contado en la versión que conocí hace muchos años.
PS2.
Stanley Manuel Huete Vásquez fue un compañero mío de colegio; desde pequeños hicimos amistad y estudiábamos y jugábamos juntos con frecuencia. Él era portero del equipo de fut -sigue jugando-. Como éramos amigos, tendíamos a sentarnos contiguos en los salones de clase, así que él conocía perfectamente mi forma de escribir y mi «bella» letra que cubría mis cuadernos. En cambio, el Dr. Huete -médico ginecólogo- siempre tuvo una bonita y redondeada letra, que además podía hacer con las dos manos con pequeñas variaciones. Había nacido zurdo en una época en la que todavía le obligaron a usar la derecha… (Mi tío Napo era igual).
Los dos últimos años de bachillerato nos distanciamos porque Stanley decidió tomar la especialidad de Químico-Biológico y yo, -obviamente- me fui por la especialidad de físico-matemático. Y al terminar el colegio en El Salvador yo partí a Guatemala y él estudió medicina en El Salvador. Como en esas épocas las comunicaciones eran caras o lentas, perdimos absolutamente contacto por muchísimos años. Hasta que las redes sociales nos volvieron a contactar hace poco más de 10 años.
Una de las primeras preguntas que me hizo Stanley fue: «¿a qué te dedicás?». «Soy profesor», le dije. Y vino, la contrarespuesta en forma de pregunta: «¿Y sos profesor con esa letra tan espantosa que tenés?»… no paraba de carcajearme por esto…
Gracias por tu amistad de más de 50 años mi querido Doctor Huete.
¡Fantástico como siempre querido Javier, muchas gracias por la mención!