Hace algunos meses, en una agradable charla de sobremesa en Monterrey, cuando el clima estaba agradable -ni frío ni calor extremos- salió el tema de la memoria y la memorización.
Isa -sobrina de cariño- me decía “tío, creo que no es bueno que la gente memorice cosas”.
Yo, por mi parte, siempre he sido un acérrimo defensor de la memorización.
Independientemente de lo que se pueda decir, a mí, personalmente, me ha sido útil tener buena memoria, que me imagino, he desarrollado, memorizando cosas…
En ocasiones he memorizado cosas inútiles pero interesantes, como las 19 palabras que representan a los silogismos válidos (BARBARA, CELARENT, DARII, FERIO, CESARE, CAMESTRES, FESTINO, BAROCO, DARAPTI, FELAPTON, DISAMIS, DATISI, BOCARDO, FERISON, BAMALIP, CALEMES, DAMITIS, FESAPO, FRESISON) … que escribí de memoria.
O aprenderme la tabla periódica de los elementos químicos…
En ocasiones, la memoria me ha servido para mi trabajo habitual en el aula.
La práctica de memorizar también me ha sido útil para hacer referencias a cosas que otras personas han dicho en diversos momentos de reuniones o clases.
Otra ventaja de la memoria
También he tenido una ventaja de usar la memoria para grabar en mi cabeza cosas que no entiendo totalmente.
Con el tiempo, he podido recuperar esos recuerdos y conectarlo con otras ideas, con lo que termino entendiendo lo que memoricé sin entender completamente.
Le decía a Isa, en aquella sobremesa mencionada arriba, que en el trabajo hemos de usar la memoria.
Imagínate que tú no recuerdes a tus clientes; o lo que te ha pedido un proveedor; o un médico con un paciente (se ayuda de la ficha clínica, pero al paciente le encanta que el médico se acuerde de cosas más personales) … un repartidor de periódicos debe recordar a quien dejarle o no dejarle el diario….
Hay miles de ejemplos de la necesidad de memorizar cosas en el trabajo… y por supuesto, en la vida familiar y social.
Escribano
Es algunos países se usa la palabra escribano como equivalente al notario, el que da fe pública.
Antiguamente era una palabra que se podría usar como sinónimo de “escribiente”, un escritor.
Recientemente, viendo una película de hace algunos años (La ladrona de libros), uno de los personajes le dice al personaje principal: “la memoria es el escribano del alma”.
No había terminado de citar la frase -decía que era de Aristóteles- cuando ya la había apuntado, pues pensé que se me podía “olvidar”.
Alguien decía que una de las facultades del ser humano, además de la inteligencia, la voluntad y la memoria, también era la agenda.
Así que guardé la frase para cuando empezara a tener inspiración de escribir algún otro post.
Entre el Mundial y los hackers me han impedido publicar.
Y como no hay publicación, pues no ha habido escritura.
Regreso a la frase.
En la memoria se guardan, se graban las cosas que nos pasan: las buenas, las malas, las que nos alegran, las que nos entristecen, las que nos ilusionan, etc.
Y como “del corazón habla la boca”, podríamos decir, “de la memoria escribe el corazón”.
Me resulta simpático que cuando empiezo a escribir, vienen a mi memoria muchas cosas (de ahí las digresiones).
Así que mil perdones.
Memoria Positiva
No sé si se podría catalogar a la memoria entre positiva y negativa.
Pero a efectos de este post, quizá sería interesante animarme a olvidar lo negativo y a atesorar, guardar, memorizar lo positivo.
Es más fácil guardar los rencores, los dolores, los sufrimientos.
Menos fácil es que salga a flote lo positivo: las alegrías, las amistades, los momentos de felicidad.
O no olvidar otras cosas: las metas que nos proponemos, las cosas que nos hacen ilusión, los pequeños detalles de cariño con las personas a quienes queremos…
Atesorar lo positivo es maravilloso para regodearnos continuamente en ello y volver a gozar: fijar en la mente y en el corazón lo bueno.
Memoria y emociones
Recuerdo (otra vez la memoria) que alguna vez leí que, entre otras cosas, el sueño sirve para que el cerebro “decida” qué cosas guardar en la memoria y qué cosas dejar en el olvido.
Según recuerdo, también decía ese artículo, que uno guarda en la memoria los eventos en los que están involucrado a fondo los sentimientos.
Cuando los eventos los catalogamos como “indiferentes”, pues no queda nada.
Por su lado, cuando los eventos son maravillosamente sentimentales, aquello no queda memorizado, sino que casi queda grabado a fuego en nuestra memoria y en nuestro corazón.
Ilusión
No he encontrado a nadie que tenga un hobby (pasatiempo) que no tenga una memoria fuera de lo común al respecto.
Ahora, en esta época mundialista (que cuando leas esto, ya habrá acabado), la memoria entra mucho en juego: “es el segundo jugador que mete un gol de cabeza cuando quedaban treinta segundos antes de finalizar el partido” o una cosa de ese estilo.
Los narradores de fútbol, o los comentaristas de cualquier deporte, tienen los datos y recuerdos en la cabeza y, prodigiosamente, los logran sacar de lo más profundo para comentarlo.
A veces, son datos buscados, como es lógico.
Pero muchas veces son datos que ellos tienen en la cabeza.
Mi buen amigo Iván, tiene cantidad de datos de fútbol en la cabeza, y de vez en cuando nos los comparte a mi jefe y a mí (tengo que quedar bien con mi jefe, por eso lo menciono aquí)
Tengo otro buen amigo al que le encantan los aviones: y se recuerda de todo, porque le hacen mucha ilusión.
Otro al que le gusta un aspecto de la tecnología y lo sabe todo.
Así que cuando uno se propone cosas que le gustan, desarrolla la memoria prodigiosamente.
Colofón
Una ventaja que tengo de los que están en contra de memorizar, es que se les olvidará pronto este post y no me dirán nada luego… y si me dicen algo, quiere decir que sí usan la memoria.
Javier: Buen artículo sobre la memoria.
Han pasado muchos años, pero aún recuerdo anécdotas de nuestros días de estudiantes en el MEDEX. Un abrazo.
Excelente!!!caí con usted en su blog precisamente buscando la existencia de la frase de ladrona de libros.gracias