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Este año ha sido muy raro (II)

Después de publicar el post anterior (Este año ha sido muy raro (I) – MULTISARTGUMENTIS (multisargumentis.com)) recibí varias preguntas. La que más me llamó la atención fue una que me decía “¿Pero ¿cómo sales de la crisis por tú mismo?”. Le contesté con “he allí el dilema”.

La primera condición para salir de una crisis es estar enterado de que estás en una crisis. De eso platicábamos en el post anterior. Aceptar la crisis.

No hay flaqueza que no tenga remedio.

Me encontré una frase que dice: “las situaciones extremas, cuando se enfocan correctamente, pueden ser el estímulo que saque lo mejor de una persona”. Pero no basta con querer plantearse a pura voluntad, querer salir de una crisis.

Primero hará falta tener una visión del entorno. Lo que nos rodea ya no es lo mismo que a mediados de marzo de este 2020. Y como el entorno nos ha cambiado, tendremos que adaptarnos a eso nuevo. Es como un arquitecto, que diseña una casa para el terreno y entorno sobre la que se construirá. Así nosotros, habiéndonos cambiado el entorno, hemos de adaptarnos a esas nuevas circunstancias.

Podemos cambiar y evolucionar. Y para esto quizá vale la pena seguir aquel consejo que me dio una persona muy querida. Debes tener un doble compromiso: contigo mismo y con los demás.

Y este consejo me recordaba a lo que vengo estudiando y trabajando desde hace años. Que la decisión una vez tomada, debes procurar alcanzarla a pesar de las dificultades que se presentarán. Y esto es lo que habitualmente llamamos mando o dirección de otras personas. Por eso, el compromiso primero tuyo y luego con los demás. No pensar que sólo yo estoy en crisis, sino que muchas otras personas cercanas a nosotros también lo están.

Y para alcanzar esa meta nueva se requiere paciencia, porque son cosas que nos costarán. Los cambios, la evolución, el mejoramiento, el rectificar, siempre cuestan. Requiere esfuerzo y paciencia; y además, requiere ayuda.

Y creo que aquí está lo mejor que podemos tener presente para este salir de la crisis. Necesitamos que nos ayuden, alguien que nos dirija, que nos rebote. Un coach, un mentor.  

Recién platicaba con una persona que me decía que esta pandemia ha sido una gran ocasión de cambiar de vida, de dirigir su vida hacia nuevos derroteros. Ha dejado su trabajo, donde estaba perfectamente acomodado y se ha lanzado a la aventura de un nuevo trabajo. Obviamente la inseguridad que padece es una sensación nueva. Pero está dispuesto a salir adelante. Y precisamente me consultaba que a quien podía acudir para que le orientara en diversos temas en los que no se considera suficientemente capaz. Le comenté quién podía echarle una mano, y ha empezado a ir tras esa persona para que la ayude.

Así sucede. Cuando uno tiene un problema o algo que quiere resolver, si es de una cierta importancia, no conviene tomar una decisión sin antes pedir consejo. Si tienes un mentor o un coach, termina siendo más fácil, porque acudes directamente a esta persona que te ayuda. Si no lo tienes, pues busca uno temporal que te puede ayudar.

Aunque sea como en el frontón, rebotando las ideas que tienes:  preguntándote; cuestionándote; que te ayude a hacer introspectiva; que haga de abogado del diablo; y muchas otras cosas más que puedan enriquecer tus perspectivas; que te ayude a dar una nueva lectura a lo que te rodea; que te pueda abrir horizontes, …

Esto de pedir consejo tiene por lo menos dos ventajas más, referidas a las virtudes. La primera es que la petición de consejo es parte de la prudencia. Y también pedir consejo tiene que ver con la humildad, porque quien pide consejo sabe que necesita luces desde fuera, y que él es incapaz de ver toda la película, o la mayor parte de ella.

Ya estamos en crisis. Lo importante es sacarle jugo a esta crisis. Para hacerlo, necesitamos la ayuda de los demás, y necesitamos ayudar a los demás. Tenemos que salir todos solidariamente de esta. Y nos costará, pero vale la pena.