Consuetudinariamente, una vez al año, procuro retirarme unos días.
Alejarme de mis ocupaciones diarias para dedicarme a interiorizar aspectos de mi vida y de mi relación con las personas cercanas.
De manera principal, son días para un reencuentro con Dios.
Desde hace siglos que se ha aconsejado a los cristianos dedicar algún tiempo a la meditación, a la oración, a la penitencia, al silencio, al encuentro o reencuentro con el Redentor, Jesús de Nazaret.
Cuando oigo hablar a veces de meditación con un sentido de no encuentro con Dios me parece un vacío.
Algo bueno ha de tener, porque es buscar el silencio, que es de lo que espero escribir.
Silencio
Pero el silencio en sí, siendo bueno, debe llegar a más.
Debe ser una preparación, un requisito, una conditio sine qua non para el encuentro con el Amigo que nunca defrauda.
De manera similar sucede cuando oigo de retiros empresariales.
Tiene sentido, no lo niego. Aunque esto sí se queda corto.
Rafael Arnaiz
Para confirmar lo anterior, me encontré una frase de Rafael Arnaiz.
El texto es más largo; aquí sólo pongo la introducción. Vale mucho la pena estas pocas palabras:
Para dedicarse a un arte, para profundizar en una ciencia, el espíritu necesita soledad y aislamiento, necesita recogimiento y silencio.
Rodeado de ruido, de distracciones, es muy difícil -no imposible- dejar de ser superficial.
En otras ocasiones he hablado de las «conversaciones frontón» que puedan facilitar pensar, profundizar, reorientar.
No es incompatible con lo que aquí pongo. Porque a fin de cuentas, esas conversaciones -uno a uno- son previas a la profundización.
Hay una idea común, que dice que el lugar donde se fraguan las buenas ideas es en «la ducha». Mi papá -Don Rolando- decía que a él las ideas se le ocurrían cuando corría.
Y quizá sean ciertas ambas cosas, por lo que tiene de silencio de recogimiento, de aislamiento. (Mi papá nunca corrió con música, porque era imposible hacerlo en esa época).
El recogimiento -sea o no en la ducha o en la carrera- es la situación que de alguna manera favorece la conexión de cosas sueltas y la decantación de las decisiones.
Pascal
Un filósofo y matemático francés, Blaise Pascal decía:
Toda la desdicha de los hombres proviene de una sola causa: no saben permanecer en reposo, en un cuarto.
Quizá la frase sea demasiado radical y exige matizaciones. Aun así, radical, puede ser interesante de tomar en cuenta.
Quizá ya no nos encerraremos en reposo en un cuarto, después de los meses (años) de pandemia encerrados.
Pero sí quizá dedicar momentos del día a estar «desconectados» de los distractores de la actualidad: todo lo que tenga que ver con la tecnología.
Experimento
Hace unos años, mi maestro y amigo Alejo, me contó que había hecho un experimento con alumnos universitarios que estudiaban diversas carreras.
En concreto hablaba de estudiantes de ingeniería y de derecho.
El experimento era más o menos así.
Los invitaba a una entrevista y los recibía con música clásica en una computadora.
Empezaba la entrevista y en un momento determinado, les decía que lo esperaran un momento y se salía de la oficina unos 10 minutos.
Al regresar se encontraba más o menos con lo siguiente: los alumnos de derecho estaban escuchando la música clásica con fruición, gozándosela.
En cambio los alumnos de ingeniería habían agarrado la compu, quitado el CD de música clásica, se habían puesto a navegar, buscado otra música en YouTube y estaban haciendo algo más en la computadora.
Ni él ni yo sacábamos conclusiones absolutas de un experimento casero.
Pero a veces, cuando no tenemos nada que hacer, nos ponemos a ver redes sociales, a buscar noticias, a ver un «videíto», etc., cuando quizá podríamos dedicarnos a pensar, a reflexionar, a rezar, etc.
Previo a estos días de retiro y silencio, me tocó pasar una frontera por tierra, y la cola duró unos 20 minutos, en un ambiente de calor intenso, aunque estábamos a la sombra.
Yo me la pasé pensando que «debería haber más oficiales de migración; ojalá no se cuele esa señora que hizo el ademán de hacerlo; que no pasen más trailers que luego nos impidan el paso en el puente fronterizo; que ojalá nadie se vaya a parquear bloqueando luego mi salida; y un largo etcétera».
Tuve mi cabeza y mi corazón bien ocupado en esos momentos: subiendo el nivel de adrenalina y con la ansiedad agarrando vuelos magníficos.
Uno de mis acompañantes, tuvo la sencillez de tomar un decenario del rosario y rezar unos misterios del mismo. No sé por quién ofreció aquellos rezos, pero seguro estábamos incluidos los que le acompañábamos en aquel caluroso medio día.
Ojalá le aprenda.
Silencio y Dios
Las cosas más hermosas de la vida tienen lugar en el silencio, dice Robert Sarah.
Allí somos capaces de leer, de escribir, de meditar, de examinarnos, de rectificar, de hacer planes, de tomar decisiones bien maduradas, de rezar, de plantearnos pedir ayuda y luego de pedirla… el silencio es algo que favorece todo esto.
Una de mis hermanas (todas son bellas, así que de la que hablo también lo es) tiene su veta artística en la pintura.
Hace unos meses ha empezado con un grupo de amigas (otrora, compañeras de colegio) unas clases para que aprendan a pintar.
Las clases las reciben en un lugar tranquilo, sin ruido; con gente conocida y que se estiman mucho; hablan lo indispensable… y poco a poco van haciendo cuadros más bonitos.
Aunque quizá lo mejor que les ha pasado es que, favorecidas por el silencio, han ido encontrando paz y alegría; se han relajado y están más tranquilas.
Les sirve casi de liberación semanal de los problemas y dificultades que se encuentran en su vida diaria.
Poco silencio
Seguro que ninguno de los lectores de estas palabras tiene tiempo ni posibilidad de tomar muchas horas al día para buscar el silencio.
Considero que no hace falta hacerlo, porque la vida de trabajo y la familia exigen mucha dedicación.
Quizá sí algún rato dedicado a rezar-meditar-hacer oración puede ayudarnos diariamente.
O ver un atardecer, asombrarse de las cosas, gozar el delicioso ruido de las olas, oír unas palabras de cariño…
Y también prepararse para dedicar unos cuantos días al año para buscar esa «soledad acompañada» con el Dios tres veces Santo
Termino con una frase larga de Robert Sarah:
En el silencio es donde suceden los grandes acontecimientos. No en el tumultuoso derroche del acontecer externo, sino en la augusta claridad de la visión interior, en el sigiloso movimiento de las decisiones, en el sacrificio oculto y en la abnegación; es decir, cuando el corazón, tocado por el amor, convoca la libertad de espíritu para entrar en acción, y su seno es fecundado para dar fruto. Los poderes silenciosos son los auténticamente creativos. Pues bien, al más silencioso de los acontecimientos, al que en el más profundo silencio y alejado de todo bullicio proviene de Dios, queremos dirigir ahora nuestra mirada. En la oración es más importante que Dios lo renueva todo y me mira con amor infinito que lo que yo pueda decir, experimentar o hacer.
PS1.
Aproveché, en estos días de recogimiento, para rezar por todos aquellos con los que me veo frecuentemente, sean mis parientes, amigos, alumnos, conocidos. Y también pedí por los que leerán este post cuando lo publique.