Quizá casi todos nos gusta el cine. Y entre los que nos gusta el cine, muy probablemente tengamos a algún actor-actriz favorito.
A mí me encanta como actúa Morgan Freeman y Harrison Ford. Me causa mucha diversión algunos caracteres en los que actúa Maggie Smith. El recién fallecido Sean Connery me fascinaba cómo actuaba en sus últimos años.
Pero quizá mi actor favorito es Anthony Hopkins. No puedo decir que haya visto ni la cuarta parte de sus películas; aun así, tengo grabada su actuación en «Lo que resta del día» como una de las experiencias cinematográficas que más me han marcado por la belleza de las tomas, la crudeza del guion, la oportunidad perdida, el arrepentimiento que llega tarde, etc.
Ganador de dos Óscares en seis nominaciones marcan la buena calidad de la actuación de esté inglés (nacido en Gales). El primer Óscar -El Silencio de los Corderos- lo ganó saliendo en pantalla sólo 17 minutos; en el segundo -El Padre– está en escena en casi toda la película: una actuación -literalmente- «de película».
Ambas películas muy duras. De la de Hanibal Lecter tengo pocos recuerdos porque la vi cuando salió en 1991 y no la he vuelto a ver.
En la que sale de Anthony es una de las películas más desconcertantes que he visto en mi vida. El director se empeña en confundirte hasta que te das cuenta de que el confundido es Anthony por su demencia. Te hace sentir tal cual. Impresionante.
Entrevista
En 2022 filmaron El Hijo, la secuela de El Padre. Aquí Anthony Hopkins es el acto secundario, siendo Hugh Jackman el principal.
No he visto la película, así que no puedo decir que es buena, aunque la crítica de IMDB la hace pedazos con un 6.1 de calificación versus un 8.2 de El Padre.
La cosa es que, con ocasión del estreno de esta película, un periódico entrevistó a Hopkins.
Creo que no he comentado que admirar a un artista (o a un deportista) no me implica que sea un ejemplo de vida para mí ni que comparta todas sus ideas y/o actuaciones.
De hecho, a veces querer apoyar las ideas de un futbolista, por ejemplo, puede llegar a ser un poco desastroso en nuestra vida.
Está claro que mi admiración de Hopkins se restringe a su actuación. Que no quita que no pueda admirarlo en otros ámbitos.
De hecho, hace algunos años, Hopkins le dio a André Rieu -un violinista de mi máxima admiración- un Vals que había escrito hacía muchos años. Me dio una gran alegría ver a dos de mis admirados artistas juntos. Aquí está el link de YouTube el día de la premier del Vals de Hopkins interpretado por Rieu.
El Ego
Entre los textos de la entrevista hubo varios que me gustaron.
Hubo uno que me llamó la atención tanto que es el que ha dado pie al origen de este post.
De hecho, la introducción me salió larga -para variar-… y hasta ahorita llego al texto que me interesa comentar.
El entrevistador le hace la siguiente pregunta: «Joanne Woodward decía que el pianista tiene su piano, la bailarina de ballet tiene sus zapatillas pero que el actor solo se tiene a sí mismo«.
La respuesta de Hopkins es esta: «Parece inevitable que un actor acabe con problemas de ego.
No es una cuestión únicamente de ego porque todos tenemos uno y es lo que te saca de la cama por las mañanas.
El problema es cuando empieza a decirte que eres especial, que eres diferente.
El ego es una estructura muy poderosa. Tiene dos personalidades. Una es la que te da ínfulas y te hace pensar que eres Dios y la otra es lo que te permite seguir adelante.
Puede ser muy destructivo, lo ves en el cine y en la política.
Pero una vez que alcanzas cierta edad y tus huesos comienzan a rechinar y a doler la espalda, el ego te dice: ‘Vale, vamos a calmarnos. Nada es tan importante’.»
Me encantó lo que de humildad personal tiene este párrafo. Que para un actor debe ser una de las cosas más difíciles del «mundo mundial».
Si a un tipo que no es famoso le cuesta el ego, imaginate lo que le costará a un tipo al que todo el mundo le pide autógrafo y le dice cosas bonitas y no les dejan en paz.
Me gustó también esa doble vertiente del Ego.
Ego y Afán de Logro
Personalmente me gustaría mejor dejar la palabra Ego referida al exceso de cariño de uno mismo, o, como dice la RAE «Exceso de Autoestima».
Esa palabra -Ego- tiene una connotación negativa.
Quizá más bien, me gustaría llamar a esa parte positiva del Ego que él menciona, como Afán de Logro.
Aquello que te hace levantarte por la mañana será amor de uno mismo -sin exceso- y con un afán de conquistar los objetivos, las metas, los logros que nos hemos propuesto.
Todos tenemos la experiencia de lo que cuesta conseguir las cosas.
Precisamente eso marca el afán de logro: esa capacidad para esforzarnos en conseguir lo que nos hemos propuesto.
De aquí que la elección de metas grandes es algo fundamental en la vida.
Escoger el camino hacia esas metas es también clave, rectificando cuando haga falta, sin cambiar la meta.
En fin, sólo quería dejar aquí unas cuantas ideas.
Otro día seguiremos.