Hace años, cuando estudiaba la Maestría en Dirección de Empresas en el IPADE en México, estábamos en una sesión de trabajo en equipo. Mi equipo, el 12 del Medex 97-99, tenía 7 integrantes en esa época. Estudiábamos un caso de factor humano, y uno de nuestros compañeros comentó con total seguridad: «ese jefe automotivaba muy bien a todos sus empleados». Después de reírnos un buen rato, le tratamos de explicar que alguien no podía automotivar a otra persona; el único que se puede automotivar es el propio interesado. Nos costó hacérselo entender, pero al final lo logramos.
A uno lo pueden motivar, pero en el fondo, toda motivación es automotivación.
Y de igual manera se podría hablar de la formación de una persona. O es autoformación o no termina siendo formación. Por supuesto que estoy escribiendo para personas no tan jóvenes, sino personas ya más o menos formadas en diversos ámbitos.
Trato de adaptar algunas ideas sobre este tema, que quizá puedan ser útiles para la formación de cada uno en los diversos lugares donde se encuentran. Eso sí, teniendo como idea de fondo que «la formación no termina nunca». Siempre podemos aprender más, conocer más, pensar más y mejor, platicar con otros que nos orienten y ayuden, etc.
Tampoco me refiero exclusivamente a la formación profesional, aunque ésta está incluida entre los elementos de la formación de lo que pretendo hablar. También puede haber formación en valores y virtudes; en desarrollar algún tipo de inteligencia que quizá no poseemos (la emocional es una que nos falta a muchos); y un largo etcétera que cada quien puede poner.
El aspecto primero, del que pretendo hablar aquí está referido a la iniciativa. En futuros post me referiré a algunos otros elementos.
Muchas veces podemos estar «sin pensar» en las actividades que hacemos. Hacemos las cosas que hacemos, trabajo, familia, descanso, deporte, vida espiritual, sin pensar en qué estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo. De alguna manera podríamos decir que nos falta juicio propio. Tal vez nos dedicamos a ejecutar lo que otro nos pide.
Tener esto en la cabeza puede ser interesante en todos los trabajos de cierta posición. Estoy claro que en algunos trabajos debemos hacer lo que nos piden y exactamente lo que nos piden. Pero en otros trabajos la iniciativa es esencial. Me da un gran gusto encontrarme con personas que toman iniciativa para su trabajo. Pueden equivocarse, pero la mayoría de las veces acertarán y mejorarán como personas y como empleados-ejecutivos… pienso que es más fácil que alguien con iniciativa llegue a puestos de dirección en la empresa que aquel que sólo hace lo que se le pide, aunque lo haga excelentemente bien.
Lo que forma a una persona, o como nos autoformamos es tomando decisiones. Por lo tanto, la iniciativa es esencial para formarnos. Las personas que nos ayudan en nuestra formación (que siempre hemos tener a alguien que nos ayude, ya sea el jefe, el compañero, el coach, el mentor, etc.) debe respetar y estimular esta formación.
Lo importante es que queramos hacer las cosas que hacemos. No sólo porque las tenemos que hacer, sino porque también las queremos hacer, porque sabemos que eso que tenemos que hacer y que queremos hacer nos forma, nos mejora como personas.
De hecho, yo soy responsable de mi propia formación. Quienes hemos tenido la maravillosa posibilidad de estudiar alguna carrera o tener un trabajo «complejo» (voy a llamarlo así), no podemos echarle la culpa a nadie sobre nuestra formación. «Así me formaron» he oído o leído tantas veces; cuando en realidad uno puede mejorar cada día y cambiar en su forma de actuar. Leía hace un tiempo una frase que quizá no sea del todo correcta, pero que podría más o menos ejemplificar esto: «si usted me conoce con base en lo que era un año atrás, usted ya no me conoce. Mi evolución es constante». (Hice una pequeña adaptación de esta frase anónima, que le debo a mi buen amigo Llanito).
Y como todos ayudamos en la formación de los demás, no podemos pensar que debemos ser pasivos en esa formación. Hemos de ver, estudiar, pensar, meditar, cómo ayudar a las personas que dependen de mí. Esto es una gran responsabilidad de los jefes, de cómo hacer crecer a las personas que dependen de ellos.
Formarnos es usar adecuadamente nuestra libertad, esa capacidad de decidir el bien que nos corresponde hacer. Esa es la verdadera formación. En la formación de los hijos tiene esto un gran alcance.
Termino con la descripción de una viñeta de Mafalda, que me parece puede encajar aquí.
Están Mafalda y Felipito juntos; Mafalda lee y Felipito ve al infinito y dice: «Bueeeeenoooo, me voy a hacer los deberes».
En el siguiente dibujo Felipito sigue sentado donde mismo y Mafalda está viéndolo.
El tercer dibujo está Mafalda dándole gritos a Felipito, más o menos así: «¿QUÉ ESPERÁS? ¡TENÉS QUE HACERLO, ¿NO?!.
El último dibujo está Felipito saliendo de la casa de Mafalda, caminando lentamente y hablando consigo mismo diciéndose: «La voluntad debe ser la única cosa del mundo que cuando está desinflada necesita que la pinchen».
A veces necesitaremos que nos pinchen…. Hasta la próxima.