«La imitación es la forma más sincera de halago, incluso cuando es inconsciente«, dice Niall Ferguson.
Por conexión de ideas, esta frase me llevó a pensar en la maravilla de algunas emprendedoras o directoras, dignas de recibir el halago más que bien merecido.
Diversas circunstancias profesionales me han llevado a tener contacto con varias de estas grandes mujeres.
Algunas son empresarias exitosas (con fracaso incluidos, de los que han salido fortalecidas), otras directoras de empresas que hacen que estas funcionen como un relojito, perfectamente ajustado; otras son madres de familia y trabajadoras, que les ha tocado lidear -quizá solas- para sacar adelante a sus hijos.
¿Como hacer halago de estas personas? Con la imitación, como dice Ferguson.
Quizá antes con el conocimiento.
Inefable
Mientras escribo estas letras de halago, pienso en la palabra inefable.
Algo inefable es algo que no se puede explicar con palabras.
Quizá en esta situación, lo que pasa es que se vienen muchas palabras, muchos conceptos para hacer ese halago.
Y quizá no logró hilvanar adecuadamente esto.
Asumir riesgos
Ya me gustaría a mi -conscientemente- tratar de imitar la capacidad de asumir riesgos que he visto en varias de ellas, por no decir en la gran mayoría.
Se piensa -erróneamente y sin ningún fundamento- que la mujer no es capaz de asumir riesgos.
Nada más opuesto a la realidad.
He encontrado emprendedoras que arrancan su negocio a los 19 años, moviéndose entre gente mayor y más experimentada, y en ámbitos tradicionalmente reservado a hombres.
Y allí han ido rompiendo moldes, esquemas, tabúes.
Y además, haciendo las cosas de una manera espectacular.
Capacidad de tomar riesgos ha implicado, para ellas, ponerse metas altas, un afán de logro de primera magnitud.
Nadie mas magnánima que una mujer.
Emprendedoras
Una de estas grandes emprendedoras, comentaba que al inicio de su carrera universitaria se planteó qué hacer de su vida profesional, que empezaría formalmente unos años después.
Y pensó… “es el mismo esfuerzo buscar clientes que buscar empleo; así que, me voy a empeñar a buscar clientes”.
Y antes de acabar su carrera universitaria, ya tenía su empresa con varios empleados trabajando en ella.
Otra, después de unos años de trabajar en una prestigiosa compañía, decidió independizarse y arrancar la suya propia.
Ha peleado contra viento y marea y ha salido avante.
He trabajado codo con codo con ella -sigo y seguiré haciéndolo- y su profesionalidad sólo puede ser juzgada como “de la más alta calidad”, por no encontrar palabras más adecuadas.
Otra, que lleva al frente de su empresa casi 30 años.
Ha formado y desarrollado personas, ha hecho crecer la empresa, llevándola a ser la número uno de su ramo, etc.
Todo bien llevado. Excelentemente llevado.
Otras han «quemado las naves» de su trabajo formal, de su lugar de residencia… para emprender, dejando todo atrás.
Otras han sido constantes en su trabajo, sacando adelante a pequeñas o grandes empresas.
A medida que voy escribiendo me vienen a la cabeza muchas mujeres que he podido conocer en las escuelas de negocios donde doy clases.
Las historia de las que me he podido enterar son siempre muy ejemplares. Dignas de halago.
Un miedo que tengo es dejar fuera de este halago, a alguien.
Una, campeona en diseño de ámbitos que dan paz a los hogares… otra que es experta en organizar eventos… una más que tuvo que cortar amarras muy fuertes para sacar adelante a su familia… otra, a la que han tratado injustamente en sus trabajos, ha emprendido, y ahí lleva hacie arriba su negocio…
En fin, cada uno de los lectores tendrá historias al respecto del maravilloso halago que se merecen estas mujeres.
Con los hijos
Y pienso en aquellas que junto con el trabajo se han empeñado en sacar adelante a sus hijos.
O quizá debería decirse al revés: unas madres con el doble trabajo de criar a sus hijos y sacar un negocio adelante.
La Niña Margoth
Mis lectores sabrán que tengo una especial admiración a la Niña Margoth, mi bella y dulce mamá.
A ella le tocó lidear con 8 hijos y sacarlos adelante.
Tuvo su época de “Uber” antes de que existiera este medio de transporte (como ahora sigue habiendo mamás-Uber).
Al mismo tiempo ayudó a su mamá, mi abuela Josefina a que siguiera funcionando la Casa Herman, el negocio que mi abuelo materno había puesto en San Salvador.
Época actual
En esta época de reindivicacion de la mujer, no podemos dejar de imitar esos buenos ejemplos.
Es la mejor manera de halago.
La mujer más halagada
Y no quiero terminar este panegírico a la mujer sin mencionar a la mejor mujer que ha caminado por esta tierra.
Una mujer confiada, cum-fide, con fe.
Una mujer lanzada, que se arriesga a atravesar todo su país para ayudar a quien lo necesitaba.
Esa mujer que tuvo el privilegio único e irrepetible de amamantar a su Creador; educarlo, sacarlo adelante (tuvo la ventaja de que ha sido el mejor Hijo que ha existido).
Le acompañó en el momento en que dio la vida por nosotros.
Nadie tan fuerte como ella al pie de la Cruz, con el corazón atravesado por siete espadas, rebosada de dolor.
Y con el añadido que su Hijo nos la dejó como nuestra mamá.
Esta gran señora, la mamá de cada uno de nosotros, es quien merece el máximo halago.
Y quizá conviene recordar aquí las únicas palabras de ella que están escritas en el evangelio, y que están dirigidas a todos los seres humanos.
Nos manda: “hagan lo que El les diga”…
Colofón
¿Qué sería de la sociedad sin la participación activa de la mujer?
Las mujeres son ejemplares en muchos ámbitos. Y la forma más sincera de halago es imitarlas…
¡Hay mucho que aprenderles!
Qué post homenaje más lindo! Un abrazo