Estos últimos días han sido muy «simpáticos» por las tradiciones que cada día van creciendo.
Están asociados al mes de noviembre, que en la Iglesia Católica se dedica a rezar especialmente por los fieles difuntos.
El día 1 de noviembre se dedica a la Solemnidad de Todos los Santos, en la que la Iglesia recuerda a todos aquellos que ya están en el Cielo, conocidos y desconocidos, canonizados o no…
El día 2 de noviembre se dedica especialmente a conmemorar a los Fieles Difuntos; es un día de especial petición por todos aquellos que nos han precedido en la muerte, y que todavía no alcanzan la Gloria del Cielo, pero que tampoco están en la «gehena eterna» del infierno, sino que están purificándose en el purgatorio. Esta doctrina es la que da origen a los sufragios, el rezo y los sacrificios que ofrecemos por los difuntos. Especialmente el ofrecimiento de los frutos de la Santa Misa para que Dios perdone cuanto antes aquella culpas o aquellas penas que todavía tienen que purgar aquellas almas.
En la víspera del día 1 se empezó a celebrar precisamente esa fecha: «All Hallows’ Eve» o Víspera de todos los Santos, o Halloween. En los últimos 30 años en nuestras tierras ha habido un crecimiento de las costumbres asociadas a esta celebración: disfraces, calabazas, fiestas, pedir dulces, etc. Parece que esta celebración viene de un sincretismo con una celebración muy antigua en las islas británicas.
Hay muchos a quienes no les gusta esta costumbre, que tienden a tildar de pagana. Yo me atrevería a decir que más que pagana, esta costumbre está fomentada por el mercadeo, por la capacidad de hacer negocios, vendiendo disfraces, dulces, calabazas, etc. Una más de las fiestas populares para hacer.
Entre el día 1 y el día 2 en diversos países van a visitar y enflorar a sus difuntos a los cementerios, panteones, columbarios, nichos, etc.
En Guatemala, la visita a los cementerios ha sido tradicionalmente el día 1. Y como la visita impedía preparar una comida decente, se comían sobras de días pasados, usando los fiambres para eso. Resulta paradójico que las dos definiciones de fiambre hagan referencia a la carne preparada para comerse fría y también a los despojos de los difuntos.
Esta costumbre del fiambre también se traduce en almorzar ese día fiambre. Hay toda una tradición gastronómica alrededor de esto: fiambre blanco, fiambre morado, fiambre de mi mamá, fiambre de mi tia, etc. Siempre el fiambre que a uno le gusta es el mejor. A los que no nos gusta mucho el fiambre, ninguno es el mejor o todos son los mejores… en fin, como digo en broma, el fiambre no es sólo del 1, porque siempre abunda y se termina almorzando o cenando el uno, el dos, el tres y hasta como el 10 ó 15 de noviembre… Es la ventaja que sea fiambre, porque se puede comer frío y sin que se arruine… Hay aquellos a los que les fascina el fiambre, y pasan esperando esta fiesta con gran fruición, no por las visitas a los cementerios, sino por esta comida típica.
En México y El Salvador las visitas se dan el día 2. En México hay miles de costumbres alrededor de estas fechas. Especialmente de dulces y panes. Están las famosas calaveritas de azúcar, decoradas individualmente «cada una» -perdonando la repetición-, o el famosísimo pan de muerto que la verdad es delicioso (por lo menos a mí me encanta). Y muchas más que quizá no conozco.
En definitiva, días de recordar a nuestros difuntos y a todos los difuntos. Te sugiero que no se te olvide elevar una oración por ellos en estos días, y quizá en todo el mes de noviembre. Rezar un responso, ofrecer la Santa Misa, el Rosario, qué sé yo… algo, para no quedarnos únicamente en lo comercial, mercadológico, sino ir al fondo del asunto.
Nos vemos otro día…