Hace unos días leía un libro sobre finanzas (por cierto, muy bueno y del que hablaré en algún artículo posterior), y allí leí por primera vez la palabra que encabeza este artículo: votocracia.
No soy político ni historiador político ni mucho menos. Pero sabiendo un poco de historia, vale la pena recordar que la democracia como la conocemos actualmente es muy reciente.
A veces hago la siguiente pregunta a alumnos o amigos. Y casi nunca obtengo una respuesta. La pregunta es: ¿Vos sabés quién fue la primera persona en el mundo que ostentó el título de Presidente de un país determinado? Casi nadie sabe que el primer presidente que hubo en el mundo fue el General George Washington quien tomó posesión de ese título en 1789 (no en 1776 como algunos piensan).
Increíble ¿verdad?
Antes de ese año -que está a la vuelta de la esquina históricamente hablando- no había habido nunca un Presidente de un país. A partir de entonces surgen miles de Presidentes de Repúblicas o Presidentes de Gobiernos. Y en las repúblicas tenemos regímenes democráticos, donde el presidente es electo por votación directa (o indirecta como en el caso de USA). En otros países hay presidentes de gobierno o primer ministro o canciller, pero que en el fondo es el que hace cabeza en el gobierno; en el estado la cabeza es el rey (como España), la reina (como Inglaterra), el príncipe (como Mónaco), el duque (como Luxemburgo) o más exóticos como Andorra (que es un principado, gobernado por dos co-principes que son el Presidente de Francia y el obispo de Urgel de España… para que se vea que hay mucha imaginación), o incluso, el cabeza del estado a veces es el Presidente, y el jefe de gobierno es un primer ministro… Combinaciones todas las que se quieran.
Por supuesto que existen regímenes no democráticos como algunas tiranías, o algunos que podríamos llamar quasidemocráticos como algunos países de sudamérica.
La cosa es que teóricamente vivimos en unos países democráticos, en los que elegimos a nuestro cabeza ya sea de estado y gobierno o sólo de gobierno.
Y existe también otra cosa que no sé si está asociada esencialmente a un régimen democrático, que es la separación de poderes. Hay un que se encarga de la administración (el Ejecutivo), otro de hacer las leyes (el Legislativo) y otro de la administración de la justicia (el Judicial). Cada país elige de manera distinta a cada uno de estos poderes.
El tema de la separación de poderes está tan arraigado en nuestra cabeza que hace unos días me tocó administrar un examen que versaba sobre el Emperador romano Trajano. Este Emperador dirigió Roma cuando tuvo su máxima expansión en toda su historia: así que me atrevería a decir que ha sido el hombre más poderoso de toda la tierra por encima de todos los demás emperadores romanos antes y después de él. Al inicio de su imperio, Trajano decide juzgar a los jefes del pretorio, dicta sentencia y la ejecuta, condenando a muerte a los dos jefes. Varios de mis examinados me dijeron frases como: «Mandó a matar», «Trajano asesinó», «Los mató a sangre fría»… A algunos tuve que recordarles que Trajano era Emperador, y que como todo Emperador tiene en sí los poderes de legislar, juzgar y ejecutar cualquier ley; y que una vez tomada una decisión, no hay apelación posible, porque él es la cabeza del Imperio. Así que Trajano no mandó matar, sino que condenó a muerte a los jefes del pretorio…
Decía que tenemos tan arraigado el tema de la separación de poderes, que sencillamente no caemos en la cuenta que en algún momento determinado una persona puede unir en sí estos tres poderes en los que actualmente están divididos el poder.
Pero bueno, esto se alarga y no quiero dejar de mencionar lo que es la votocracia.
Comentaba arriba que esta palabra recién la acabo de leer por primera vez en un libro de finanzas. Antes de empezar a escribir este artículo la «googolee» y en español hay sólo 2340 resultados (espero que después de este post, salga que está por lo menos 2341 veces en Internet). Es decir, no es una palabra de uso corriente, aunque sí muy simpática.
Y la palabra votocracia vendría a significar el tipo de gobierno en el que estamos. Dicen que no vivimos en una democracia, sino en una votocracia. Nosotros votamos, y luego los electos hacen lo que les da la gana y a nosotros sólo nos queda aguantar y esperar. Si después del período de gobierno lo hicieron bien, apoyamos a su candidato; si lo hicieron mal, pues cambiamos de candidato o de partido. Y para mientras, los países van un poco a la deriva. Y además, la votocracia no admite rectificación rápida, sino hasta 4, 5 ó 6 años que son los años que dura el gobierno en Guatemala, El Salvador y México respectivamente. En El Salvador y México hay elecciones parlamentarias cada 3 años, con lo cual es un poco más fácil «rectificar» el rumbo si fuera necesario. En Guatemala, toca aguantarse los 4 años de un mal gobierno, rezando para que el próximo que queda sea menos peor que el está en un momento determinado (lamentablemente creo que hemos tenido poco éxito en este campo).
…continuará….