Dos meses y contando: conociendo y aprendiendo de los nuevos Medex.


Parece mentira, pero casi han pasado dos meses desde la última publicación que he hecho en este blog. Pienso que se ha debido a una falta de inspiración aunada al trajín académico que me ha ocupado los meses de octubre y noviembre.

Es más parece que la inspiración no termina de re-arrancar…

He estado dedicándome estas semanas principalmente a dar sesiones de Análisis de Decisiones en diversos grupos de Maestrías para Ejecutivos en México, Guadalajara y Monterrey. Ha sido una experiencia gratificante, como casi siempre es la de un profesor. En mi caso, y mis colegas profesores de Escuelas de Negocios que usamos el método del caso, termina además siendo una experiencia enriquecedora de aprender siempre algo nuevo en cada sesión.

Quizá alguien se pregunta ¿qué puedes aprender de unos profesionales (profesionistas) jóvenes que están empezando una Maestría en Negocios? Pues se puede aprender y mucho. Como ya han recomendado las personas sabias a lo largo de los siglos, siempre se puede aprender algo de cualquier persona. En mi caso, enfrentarme a muchos nuevos participantes de la Maestría, me da oportunidad de irlos conociendo y aprendiendo de ellos.

Es claro que el aprendizaje de un profesor en cada clase no es tan grande, porque ya tienes el caso muy preparado, lo has dado varias –bastantes- veces y es difícil que salga algo nuevo. Pero de vez en cuando sale algo nuevo, o tú mismo, por alguna razón, descubres una nueva forma de aproximarte al caso, que beneficiará a los participantes futuros. O descubres un nuevo chascarrillo que hará las delicias de todos en el aula… en fin, siempre se puede aprender.

Pero lo que resulta interesante es el trato más personal con los participantes. He procurado pasar a saludar a cada uno de los equipos, donde almuerzan (comen) o desayunan nuestros participantes del IPADE. (Quizá tengo que pedir perdón aquí a los del Grupo C del Medex de México, pues he tenido poca oportunidad de pasar a saludarlos…).

Pues en ese caminar para saludar, he encontrado diversas reacciones. Unos que a duras penas saludan,  y te ven con cara de “¿qué haces aquí?”. En esos casos, saludo, pregunto qué tal están y nos vemos más tarde. Este tipo de reacción es poco frecuente, pero a veces me la he encontrado.

En la mayoría de los casos, la reacción que me he topado ha sido de un saludo cariñoso (zalamero a veces, y otras, efusivo) que facilita una pequeña broma por no estar estudiando el caso importante (el que verán conmigo), o cualquier otra cosa que termina en alguna pregunta sobre mismo caso, o de la materia, o del examen que pronto vendrá, o sobre algo que ha pasado en una sesión anterior, o sobre los deportes (especialmente cuando me topó con algún españolito de Madrid y su equipo favorito ha tenido algún tropiezo… obvio cuando al Barca le ha ido mal, no toco el tema).

Luego estas visitas derivan en breves momentos de más conocimiento de las circunstancias personales de cada uno, como cuando llego temprano al aula y hay algunos que están por ahí y platicamos brevemente; o durante los recesos, mientras algunos fuman en corrillos y platican a grandes voces sobre lo que ha pasado en sesión, llevando la carcajada al lugar adecuado y en el momento adecuado que no se pudo tener en el aula durante la sesión. Son grandes momentos de aprendizaje.

Otros momentos maravillosos vienen cuando te invitan a almorzar (comer) o desayunar con el equipo. Te cuentan quiénes son y qué hacen y algunas pocas circunstancias que te llevan a admirar a cada uno por el sacrificio y esfuerzo que les supone estudiar la Maestría (sin que eso implique que dejes de exigirles); o de algunas circunstancias un poco más dificultosas a nivel profesional o familiar que te animan a apoyar moralmente a aquella persona: un pariente enfermo, una situación económica más difícil, etc.

Este año, no lo sé por qué, he estado más pendiente de la diferencia entre los grupos. A veces hay grupos con los que conectas más que con otros, o en los que hay algunas personas más “chispudas” y simpáticas que ayudan a hacer más agradable las sesiones. O grupos en los que rápidamente encuentras el “pararrayos”, aquel o aquella que puede ser el centro de algunas bromas que te hacen romper el hielo al inicio del curso. No diré aquí qué grupo es mejor o cuál es peor, porque no los hay en sentido estricto. Hay grupos donde es más fácil y agradable dar clase y otros en los que se batalla más. En los años en que he dado a muchos grupos simultáneamente, siempre me he topado con esas diferencias por las que deseas estar más en un grupo que en otro.

Hace unos días platicaba con un profesor,  ya entrado en años y con muchísima más experiencia. Me decía su opinión que antes pensaba que el Master de tiempo completo era el programa más exigente del IPADE. Pero que desde unos años que lleva siendo preceptor de Master Ejecutivos, él veía realmente éste era el programa más exigente del IPADE. Porque, me decía, estos ejecutivos tienen un trabajo absorbente, una familia que atender, unos estudios que hacer… y todo con muy poco tiempo… sufren, se ponen nerviosos, porque tienen que sacar buenas calificaciones: unos para complacer a sus empresas que les exigen buenas calificaciones; otros también, porque tienen que darle ejemplo a sus hijos de que les va bien en su escuela… y todos, por la ilusión del título de Máster… Coincido bastante con esta opinión, aunque el Master de tiempo completo tiene lo suyo.

No quiero terminar sin hacer referencia aquí a las amistades que se logran con los participantes del Medex. Hace pocos días tuve oportunidad de dar unas sesiones de Continuidad en Guadalajara y en la Ciudad de México. Siempre da gusto encontrarse con egresados de otras generaciones, con quienes mantienes un trato más o menos constante, o que quizá tienes años de no ver: siempre los saludos son cariñosos y de respeto y admiración mutuos. Gracias a todos ellos.